Genuino https://www.genuinomujeres.com Tue, 20 Dec 2022 21:55:51 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://i0.wp.com/www.genuinomujeres.com/wp-content/uploads/2023/08/cropped-genemblema.png?fit=32%2C32&ssl=1 Genuino https://www.genuinomujeres.com 32 32 163906784 ¿Una triste navidad? https://www.genuinomujeres.com/una-triste-navidad/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=una-triste-navidad https://www.genuinomujeres.com/una-triste-navidad/#comments Tue, 20 Dec 2022 21:55:40 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3090 Es curioso como una de las temporadas que causan mayor gozo y expectativa puede llegar a ser grandemente dolorosa. Las vísperas navideñas pueden recordarnos a aquellos seres queridos que ya no están, el conflicto familiar que sigue sin resolverse, la soledad envolvente que ignoramos el resto del año, la decepción de terminar un año más sin el cambio que esperabas, la crisis económica que persiste, los problemas matrimoniales que cada vez son más evidentes, la enfermedad que te acaban de diagnosticar, la rebeldía en la que tu hijo continúa, el constante sentimiento de no pertenecer, el dolor de la infertilidad, el temor de nunca encontrar una pareja o la frustración por no encontrar trabajo.

Quizá te sientes irritada por los villancicos y las luces iluminando las calles, quizá hasta puedas llegar a pensar: “¿Por qué celebrar la navidad? ¡No hay nada que celebrar!” Pero amada, ¿qué si te dijera que precisamente la navidad es la mejor noticia para los rotos de corazón? La navidad es más apreciada y celebrada por aquellos que conocen de primera mano el sufrimiento que este mundo puede traer. Tu sufrimiento no te imposibilita la celebración de la navidad, al contrario. Puede ser usado para quitarte el velo que la mercadotecnia nos da e iluminarte la verdadera razón de la celebración. Por lo que, si esta navidad es una triste para ti, te invito a continuar leyendo el artículo pues estoy segura que Su Palabra puede ayudarte a que cobre más sentido el significado de la navidad y que encuentres verdaderas razones para celebrarla.

Veamos algunas verdades de porque nuestro dolor puede ayudarnos a entender y celebrar la verdadera razón de la navidad:

1.- Jesús nació en medio del dolor

Si leemos rápidamente los evangelios podemos perder de vista el dolor que rodeó el nacimiento de Jesús. José pensó que María había adulterado y planeó romper su compromiso en secreto, Simeón profetizó que este bebé era el Mesías lo cual significaba que había llegado la hora de su muerte, también profetizó que María sufriría y que su alma seria traspasada como con una espada. José y María no encontraban un lugar en donde quedarse, su situación económica muy probablemente era desfavorable ya que dieron las ofrendas que los pobres daban, tuvieron que huir ya que Herodes quería matar a Jesús y pidió matar a todos los niños menores de dos años que vivían en Belén y en sus alrededores…

Creo que queda claro. Jesús nació en medio del dolor de la pobreza, la muerte, los temores y la injusticia. Sorprendentemente es en medio de todo este dolor que los ángeles prorrumpen en adoración al ver a Dios nacer. Ellos exclaman con fuerza: “Gloria en las alturas y paz en la tierra a los hombres en quienes Él se complace” Lucas 2:14. La encarnación de Cristo en un mundo caído lleva a los ángeles a dar gloria a Dios y a declarar paz a los hombres que llevan los estragos del pecado.

La presencia de dolor y pecado no evitó la navidad, por lo contrario, es precisamente lo que hizo que Jesús viniera a nacer. Jesús no nació a pesar de nuestro dolor, sino por nuestro dolor. Él no se encarnó a pesar de nosotros, sino por nosotros.

El dolor del pecado, de la enemistad y de la muerte hizo que necesitáramos que el Salvador viniera a salvarnos. Nuestro dolor no imposibilita nuestra celebración, más bien la capacita.

El nacimiento de Jesús no es una historia de hadas en donde todo fue de color de rosa. Jesús conoce la condición de este mundo y de nuestros corazones, fue Su amor lo que hizo que Él naciera entre nosotros y trajera gozo en medio del dolor de un mundo en tinieblas.

2.- Cuando Jesús nació, Dios nos mostró Su amor.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que crea en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Juan 3:16

La encarnación de Cristo es la evidencia más importante de la disposición de amor de Dios hacia nosotros. Debido al pecado hay sufrimiento en este mundo. No podemos evitar las cicatrices que la vida nos deja, pero la encarnación de Cristo nos muestra a un Dios que no está ajeno ni distante a nuestro dolor, todo lo contrario. Nos muestra que tal fue el amor y dolor que sintió por nosotros, que vino a experimentarlo en plenitud, para que un día no tengamos que experimentarlo más. La navidad nos recuerda a nuestro Dios compasivo y poderoso, no solo para experimentar en carne propia nuestro dolor, sino también para vencerlo y darnos gozo eterno en Él.

Nadie nos conoce como Dios lo hace. Nadie conoce nuestros temores, pecados y dolores como Él. Saber que somos totalmente conocidos por Él, y que aún así vino a entregar su vida por nosotros, debe de darnos la seguridad de amor y sentido de pertenencia que todos anhelamos. En nuestra triste navidad podemos gozarnos al recordar el amor compasivo de Dios encarnado en Cristo.

3.- Cuando Jesús nació, nació la esperanza.

Este mundo puede ser bastante desesperanzador. Nacemos, crecemos, pecamos y vivimos las consecuencias. Nos amamos, nos fallamos, nos lastimamos, nos deprimimos, nos enfermamos, nos decepcionamos, y finalmente, nos morimos. Deseamos que muchas cosas fueran diferentes y no tardamos en entender que no tenemos el poder para cambiar la mayoría de ellas. Pero cuando todo a nuestro alrededor parezca estar en tinieblas, cuando parezca que no hay esperanza alguna, recuerda que la esperanza llegó al mundo con un bebé en el pesebre que vivió, creció y dio su vida en el madero por nosotros. Recuerda esa tumba vacía que anunció la victoria de Jesús sobre los enemigos de nuestra alma: el pecado, Satanás y la muerte.

Cuando Jesús nació, con Él nació la esperanza. Nació la esperanza de una vida libre de la esclavitud del pecado, la esperanza de ser perdonados por Dios, la esperanza de vida eterna, la esperanza de reconciliación con Dios y con nuestro prójimo, la esperanza de vencer nuestro orgullo, la esperanza de restaurar nuestros matrimonios, la esperanza de no volver a sentirnos solos nunca más, la esperanza de pertenecer a una familia y la esperanza de gozo y plenitud en Cristo. En nuestra triste navidad podemos gozarnos al recordar que en Jesús hay esperanza, y que sin importar cuán oscuro se vea el panorama, Jesús es la luz que ilumina nuestras almas.

Conclusión

Tu dolor es real. No tienes que desaparecerlo ni fingir que no existe para tener motivos de celebrar esta navidad. Más bien, aprovecha tu dolor y recuérdale a tu alma su necesidad de la encarnación de Cristo. Estas vísperas navideñas puedes llorar, puedes cambiar las tradiciones rutinarias e incluso puedes no tener el ánimo para decorar tu casa como siempre lo haces. Pero amada, que no falte una cosa: la gratitud y adoración a Dios porque Jesús nació. Gózate en medio de tu aflicción al saber que porque Jesús nació hay esperanza para todo corazón quebrantado y necesitado de Él. Ninguna aflicción, ninguna situación, ninguna enfermedad o dolencia podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús. Esto es lo que hace que, aún en medio del dolor, podamos tener una feliz navidad.

Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?  Como está escrito: por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.Romanos 8:35-39

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Los caminos amargos de la amistad https://www.genuinomujeres.com/los-caminos-amargos-de-la-amistad/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=los-caminos-amargos-de-la-amistad Wed, 21 Sep 2022 20:08:26 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3053 Ciertamente una buena amiga es un regalo de la gracia de Dios a nuestra vida. Uno de los motivos que me hacen sentir más amada por Dios es contemplar a las personas que Él puso a mi alrededor y darme cuenta de la paciencia, cuidado y amor que muestran hacia mí. Y, como si todo lo anterior fuera poco, Dios ha permitido que los amigos sean de lo más divertido que podamos experimentar en nuestras vidas. Pero ¿siempre ha sido así para mí? La verdad es que no. A lo largo de mi vida caí en patrones de comportamiento que desvirtuaron el propósito que Dios le dio a este tipo de relaciones y, lejos de ser instrumentos de bendición, comenzaron a ser dañinas.

Es mi intención que a lo largo de este artículo puedas encontrar algunas advertencias y consejos sobre cómo llevar a cabo una amistad sana y centrada en el Evangelio, que podamos ver juntas algunos principios bíblicos que dan luz acerca de este tema y, por último, que si has sentido que te hacen falta amigos o que nunca has tenido uno de verdad, puedas recibir esperanza para encontrarlos.

Dos caminos peligrosos

El camino del orgullo como identidad.

Recuerdo muy bien cuando era adolescente, esta etapa importantísima en nuestra vida en donde no solo pareciera que nuestras hormonas y emociones rigen nuestro caminar, sino que como seres humanos experimentamos una gran necesidad de tener amigos. Durante este tiempo me encontré con una que otra amiga con necesidades fuertes y por «amor» a ellas me dispuse a convertirme en su sostén. Hice incontables esfuerzos por estar para ellas y solucionar cada una de sus necesidades. ¿Cómo se veía esto? Por fuera, como una amistad inigualable. Por dentro, una maraña de actos insanos que nada tienen que ver con las intenciones de Dios hacia la amistad. 

Mi comportamiento fue grave, me atreví a tomar el lugar de Dios en sus vidas. Construí todo el escenario para ser su súper héroe, pero al final del día solo fui una impostora disfrazada, sin poderes, sin capacidades e igualmente necesitada de ese verdadero Super Héroe Salvador que por mucho tiempo pretendí ser. Esos actos de «amor» no fueron más que orgullo disfrazado: yo solucionaba sus necesidades y a cambio ellas me daban un sentido de gloria, aceptación e identidad. Ciertamente utilicé estas relaciones para llenar mis huecos e inseguridades y así mismo, traté de llenar las de ellas, lo cual es idolatría.

Creo que no tengo que escribir muchas líneas para convencerte de que este escenario es oscuro y dañino, pero ¿cuáles son los principios errados aquí? Primero que nada, el corazón de una amistad genuina no se basa en el orgullo sino en la humildad, el amor y el sacrificio. Un verdadero amigo no busca relacionarse para obtener algo a cambio (como identidad, satisfacción e incluso bienes materiales). Por el contrario, el propósito de una amistad conforme a la Biblia es dirigirnos a Dios y hacernos más como Jesús. Un verdadero amigo no es aquel que se roba la gloria sino al contrario, quien se sabe igualmente necesitado que tú y de la mano te lleva a aquél que en verdad puede ayudarte: Jesús.

El camino del corazón cerrado.

Después de haber pasado por el lodoso camino de la idolatría probé otro camino amargo: el camino del temor. Levanté mecanismos de defensa en mi corazón para asegurarme de que ninguna otra persona se volviera tan cercana a mí otra vez. Después de todo, esas barreras me harían estar segura y no volver a equivocarme ¿no es así? Implementé estrategias dentro de mí para diluir el amor que sentía hacia mis amigos, de esa forma ninguno se sentiría más especial o cercano que el otro y me daría la capacidad  para mantener las cosas bajo control e incluso retroceder cuando hubiera demasiada cercanía. Tuve miedo, miedo a amar, a equivocarme, a ser demasiado intensa, a ser vulnerable, a ser lastimada, entre muchas otras ideas que mi cerebro entretejió como telarañas.

A pesar de que este escenario no suena tan desordenado o escandaloso como el anterior es igual de equivocado, simple y sencillamente porque no refleja el carácter de Dios. Estoy convencida de que lo opuesto al amor no es el odio sino el temor, y que siempre actuamos bajo uno u otro. ¿Cuándo hemos visto ejemplos en la Biblia en los cuales se nos pide que amemos cautelosamente? ¿O cuándo hemos escuchado a Jesús decir «ama a tu hermano pero que no se te vaya a pasar la mano»? Al contrario, yo veo que la Biblia está llena de amistades intensas como la de David con Jonatán, a quien amó como a sí mismo (1 Sa 18:1). También veo versículos como: «El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano» (Pr 17:17) o «Nadie tiene mayor amor que éste, que es el poner su vida por sus amigos» (Jn 15:13) ¿Qué acaso todo esto no es intenso? La raíz del temor promete protegernos de nuestra vulnerabilidad y es aquí cuando el enfoque vuelve a estar en nosotros mismos.

Recuerdo una frase de C.S Lewis en su libro Los Cuatro Amores:

«Amar del todo es ser vulnerable. Ama cualquier cosa y tu corazón seguramente será estrujado y posiblemente roto. Si quieres asegurarte de mantenerlo intacto, no debes darle tu corazón a nadie, ni siquiera a un animal. Cúbrelo cuidadosamente con pasatiempos y pequeños lujos; evita cualquier enredo: guárdalo bajo llave en el ataúd o el féretro de tu egoísmo. Pero en ese féretro -seguro, oscuro, sin movimiento y sin aire-cambiará. No será quebrantado; se volverá inquebrantable, impenetrable, irredimible. Amar del todo es ser vulnerable».

Creo que Lewis es claro al mostrar que amar a alguien implica una vulnerabilidad total. Esto no significa que amaremos desordenadamente, pues habrán casos muy específicos en donde tus pastores y hermanos maduros podrían indicarte, bajo un consejo sabio, que lo más conveniente es tomar distancia con ciertas personas. Lo que Lewis expresa aquí es que un corazón protegido y encerrado no cumple con el diseño y el propósito de Dios el cual es que nos mostremos vulnerables tal como Su Hijo lo hizo. Pero entonces, ¿cómo hago para vivir amistades centradas? No te preocupes, existe un tercer camino. 

El camino del evangelio

Si vienes de un contexto como el mío podrás sentirte abrumada y sin mucha luz acerca de cómo ser una buena amiga. La buena noticia es que tenemos un increíble ejemplo: el de Jesús. Entre muchos de sus nombres, Él se hace llamar nuestro amigo. Esto me reconforta y al mismo tiempo me conmueve hasta lo más profundo. En Jesús encontramos un amor entregado porque Él conoce lo peor de nosotros y aún así nos ama. Se hizo vulnerable hasta la cruz por amor a nosotros. El no nos dice «te amo pero solo si no me lastimas» o «te amo pero solo si voy a ser igualmente correspondido» o «te amo pero deberías de ser menos intenso conmigo». ni mucho menos nos dice «te amo pero no me hables tanto». El amor de Cristo nos dice: «te amo invariablemente». ¿Es una locura, no crees? Jesús se dio por completo por amor a nosotros. Literalmente el Dios Creador del Universo se humilló para poder entablar una relación conmigo. Esto me reta a amar de esa manera, sin medida y apasionadamente pero ahora de una manera sana sabiendo que no soy el héroe de nadie y que nadie puede ser el mío, más que el Señor. La enseñanza es que ahora somos herramientas que el Señor usa para animar, consolar, exhortar y bendecir vidas, pero que es Él siempre quien nos da nuestra identidad y tiene el control de nuestras vidas. Respondiendo a la pregunta: ¿cómo le hago para vivir amistades centradas en el Evangelio? Primero que nada, necesitas la ayuda de Dios ¡Hasta para ser buenos amigos somos dependientes de Él! Pídele que te ayude a pasar de ser una persona cerrada a una abierta y de ser una persona egoísta a una sacrificial que imita a Jesús. 

Comentarios finales

No me quiero ir sin antes hablar de esto: si sientes que no tienes ni un solo amigo, atrévete a pedírselo al Señor. Hace aproximadamente cinco años, durante un momento de mucha aflicción me encontraba de rodillas en la iglesia reconociendo mi necesidad de buenos amigos. Le pedí a Dios que me diera amigas tan sinceras como Jonatán lo fue para David y literalmente en mi libreta de oración escribí: Señor, dame una «Jonatana». Hoy puedo ver como Dios en su gracia ha respondido mi oración y también me ha permitido ser un «Jonatan» para los demás. Así mismo sé que Él responderá tu oración, no sólo dándote un amigo, sino también enseñándote a ser uno. Él es el más interesado en que tengas amistades genuinas que te dirijan a Él y te hagan estar a Sus pies, amistades con las que puedas contar invariablemente. Amistades que se conviertan en espacios seguros donde puedes equivocarte, ser corregido en amor y crecer, amigos que te toman de la mano para orar juntos por lo que aflige tu corazón y que con el tiempo parecen más hermanos que amigos. No te voy a mentir, después de todos estos años sigo debiendo tener cuidado con los dos caminos peligrosos que vimos en este artículo, pero al final del día, caminar es mucho más sencillo con amigos a mi alrededor que cuidan de mí. Considero que, después de la salvación, no hay mayor gracia que ésta: el Señor usando amistades para cuidarnos de nosotros mismos. No hay como disfrutar de una buena amistad en Cristo. 

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La Sumisión: Autoridad Pastoral https://www.genuinomujeres.com/la-sumision-autoridad-pastoral/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=la-sumision-autoridad-pastoral Wed, 17 Aug 2022 18:12:43 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3046 Seguramente conoces alguna historia de terror en torno a los abusos de poder de líderes espirituales. Tan solo Netflix está lleno de series sobre supuestos hombres de Dios que terminaron manipulando comunidades enteras para sus propios placeres y beneficios. Tristemente, esto también ha sucedido dentro de la iglesia cristiana.

Esto ha llevado a muchos a salir heridos de las congregaciones para nunca querer regresar. A otros les ha llevado a permanecer en las congregaciones con un corazón escéptico, alejado del servicio y de la vida en comunidad. Y a muchos otros les cuesta entender que esas personas están usurpando la autoridad y la gloria de Dios, por lo que viven engañados, manipulados y atemorizados.

Hermanas, estos supuestos pastores no pueden estar más alejados del corazón manso y humilde de nuestro Buen Pastor Jesucristo. En este artículo hablaremos sobre el estar sujetas a nuestros pastores, pero quiero aclarar que la Biblia describe a los pastores que el Señor ha instituido y la manera en que deben de conducirse (1 Timoteo 3:1-7, Tito 1:5-9, 1 Pedro 5). Si alguien se llama pastor pero abusa de su autoridad desviándose del Señor y Su Palabra, sin arrepentimiento, él no es un siervo de Dios. A los tales, no debemos de sujetarnos, huye de ese lugar.

Es importante recordar que los pastores también son ovejas. Ellos están igualmente necesitados de la gracia de Dios que nosotras. Ellos no son perfectos, están creciendo junto con toda la iglesia, y siendo constantemente santificados por el Espíritu Santo. Esto quiere decir que no es bíblico esperar perfección de ellos, sin embargo, sí debemos esperar pastores piadosos que anhelen ser más como Jesús. A estos pastores imperfectos, pero que buscan ser fieles a Dios, es a quienes estamos llamados a sujetarnos.

Los exhorto, hermanos (ya conocen a los de la casa de Estéfanas, que fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado al servicio de los santos), que también ustedes estén en sujeción a los que son como ellos, y a todo el que ayuda y trabaja en la obra. 1 Corintios 16:15-16

Veamos algunas razones de por qué debemos sujetarnos a la autoridad pastoral bíblicamente aprobada:

Dios los ha llamado a pastorear

Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre. Hechos 20:28

Es Dios quien los ha hecho pastores. Aunque la iglesia da fe de ese llamado, y ellos dan fe del anhelo de pastorear, es solamente Dios quien los ha constituido pastores de Su iglesia. Si Dios nos compró con Su propia sangre, y en Su soberanía y amor instituyó a nuestros pastores como nuestros pastores, podemos confiar en que hacemos bien en sujetarnos a ellos.

Porque su autoridad es delegada

Los pastores tienen autoridad, la Biblia lo deja claro. Pero cualquier autoridad que un pastor pueda tener es una autoridad delegada por Dios. Esto quiere decir que al sujetarnos a pastores sujetos a Cristo, estamos sujetándonos a Cristo mismo. Ellos no están llamados a ofrecer sus opiniones, ideales o sugerencias. Ellos han recibido la tarea de enseñar y proclamar la mismísima Palabra de Dios. Debemos sujetarnos a nuestros pastores, siempre y cuando representen y ejerzan la autoridad de Dios plasmada en Su Palabra. A estos pastores debemos de sujetarnos con gusto y humildad.

Porque cuidan de nosotros

Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;  no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. 1 Pedro 5:2-4

Una evidencia de la gracia de Dios en la iglesia es que Él instituyó pastores. El Señor ha llamado a hombres a cuidar de Sus ovejas hasta que Él regrese para colaborar junto con Él en la santificación, cuidado, y equipamiento de los Santos. Él los ha capacitado con Su gracia y Su Espíritu para esta ardua labor a favor nuestro y de la gloria de Dios. ¡Qué regalo tan grande! Gracias a Dios por los pastores que velan por nosotros, que dependen del Señor y son ejemplos para nosotros. Y que tierna y pacientemente nos consuelan, animan y exhortan en los caminos de Dios.

Porque oran por nosotros

Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Hechos 6:4

Nuestros pastores llevan nuestros nombres constantemente delante de Dios. Ellos escuchan nuestras luchas, temores y pecados, y llevan nuestro caso en oración. Ellos oran glorificando a Dios al reconocer su debilidad, y a la vez, el poder de Dios para socorrernos. Y cuando Dios responde a sus oraciones y obra en la vida de sus ovejas ellos glorifican a Dios porque Él hizo la obra.

Qué alegría sujetarnos a pastores que aman tanto nuestras almas que constantemente acuden al trono de la gracia pidiendo y agradeciendo por nosotros.

Porque rendirán cuenta a Dios

Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos, porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta. Permítanles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para ustedes. Hebreos 13:17

Nuestros pastores rendirán cuenta de su labor a Dios. Esto es una realidad que todo pastor debe tener constantemente delante de él. La labor del pastorado no sólo es difícil, también es santa. Tiene alegrías sin fin, tristezas inimaginables, pero sobre todo, implicaciones serias. Un día, tu pastor estará delante del Señor de la grey y le pedirá cuenta de su servicio. Esto debe llevar a todo pastor a temer al Señor, examinar sus caminos, buscarle constantemente en oración y depender de Su gracia toda su vida. Pero esta realidad también debe de llevar a las ovejas a honrar y alentar a sus pastores, orar por ellos, y sujetarnos para aligerar su labor.

Al obedecer y sujetarnos a nuestros pastores colaboramos con ellos en el avance del Reino de Cristo. Ellos hacen su labor con alegría y mayor efectividad, y nosotros crecemos y damos gloria a Jesús. No se trata de tus pastores ni de nosotros, se trata de Jesús.

Él ha ordenado a Su iglesia, nos ha hecho miembros los unos de los otros, nos ha dado distintos dones y ministerios, nos dio a Su Espíritu Santo, Su Santa Palabra y Sus promesas, todo para la edificación y santificación de la Iglesia para el día de Jesucristo.

Gocémonos en la sabiduría de Dios al darnos pastores. Da gracias a Dios si te ha dado pastores que evidencian Su gracia. Pidámosle que levante más pastores conforme a Su corazón, y sujetémonos a ellos para nuestro bien y la gloria de Dios.

Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. 1 Tesalonicenses 5:12-13

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La Sumisión: Mitos y leyendas https://www.genuinomujeres.com/la-sumision-mitos-y-leyendas/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=la-sumision-mitos-y-leyendas Wed, 03 Aug 2022 21:13:36 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3035 De las cosas que más disfruto al enseñar es ver los rostros de las mujeres a las que estoy hablando. Me fascina ver en ellas expresiones de asombro cuando el Espíritu Santo les ilumina la Palabra, o cuando sus rostros muestran cierta aflicción porque veo como el Espíritu las redarguye. Pero debo confesar que hay un goce especial en mí cuando veo a una mujer escuchando atentamente, procesando cuidadosamente lo que escucha y formulando preguntas en su interior. Casi puedo escuchar esas expresiones. Algunas de ellas se acercan a mí al finalizar la reunión, comparten conmigo sus preguntas y ambas somos bendecidas grandemente al profundizar en la Palabra.

Esto nunca falta cuando enseño sobre la sumisión bíblica. Surgen muchas preguntas, y para ser honesta, yo también hice cientos de preguntas a la Escritura sobre este tema. En este artículo recopilo las conclusiones a las que pudimos llegar al cuestionarnos sobre lo que es y lo que no es la sumisión bíblica.

La sumisión no es ser inferior

Creo que la principal razón por la que rechazamos la sumisión es que pensamos que la sumisión es una afirmación de que la mujer es inferior al hombre. Esto no puede estar más alejado del corazón de Dios. Génesis nos muestra que, a diferencia del resto de la creación, ambos —mujeres y hombres— fuimos creados por Dios, hechos a Su imagen y semejanza, y dados la misión de multiplicarnos y sojuzgar la tierra. ¡Esta es suficiente razón para eliminar la idea de que somos inferiores!

El simple hecho de que Dios haya portado Su imagen en nosotras nos hace igualmente valiosas y dignas que el hombre. La sumisión no tiene que ver con valor, sino con orden y roles que el Señor ordenó en Su gran sabiduría y amor, para mostrar un poco de Su gloria a la creación.

Uno de los mayores argumentos contra el pensamiento de que la sumisión es símbolo de inferioridad es ver el ejercicio de Dios en Su trinidad. Cristo, la imagen exacta y visible del Dios invisible, se sometió al Padre, y el Espíritu Santo se sometió al Hijo y al Padre. Sabemos que los tres son Dios; ni Cristo, ni el Padre, ni el Espíritu es superior o inferior. Los tres son iguales en divinidad, gloria, atributos, y gran valor, pero distintos en roles.

Creo que esto es suficiente evidencia para descartar la idea de que la sumisión es una afirmación de ser inferior.

La sumisión no es no opinar

Tendemos a pensar que una mujer sumisa es aquella que no tiene voz ni voto. Se usa la palabra sumisa de manera despectiva para representar a mujeres sin convicciones, opiniones, ni aspiraciones. Pero hermanas, esto no es verdad. Las cartas apostólicas nos invitan a ser mujeres firmes en nuestras convicciones, los Salmos nos enseñan a ser sinceras en nuestras emociones, y Proverbios nos muestra cómo se ven las mujeres sabias y consejeras. Ester nos enseña que las mujeres podemos ser prudentes mientras somos insistentes, y Ana nos muestra que Dios pone en nosotras deseos y decisiones santas que podemos llevar delante de nuestros esposos.

Ser una mujer sumisa no es carecer de opinión, consejo, ni convicción. Podemos llevar todo esto delante de nuestros esposos y autoridades con una actitud de respeto y amor, descansando en que el Señor obra en ellos y en nosotras, evidenciando así un corazón sujeto y confiado al de Cristo.

La sumisión no es hacer todo lo que te piden

Empecé esta serie de artículos hablando de la sumisión a Cristo (La Sumisión: El yugo de Cristo) principalmente por dos razones: primero porque las bendiciones de estar sujetas a Cristo es lo que capacita nuestra sujeción a los demás, y después porque, antes que todo, estamos sujetas a Cristo.

No hay autoridad más importante en nuestra vida, ni lealtad más debida que la que debemos a nuestro Señor Jesucristo. Esto quiere decir que la sujeción a nuestros esposos y autoridades tienen una cláusula: no comprometer mi sujeción a Cristo.

Si nuestros esposos nos pidieran hacer algo ilegal, inmoral o ilícito, somos libres de negarnos, y de hecho, tenemos el deber de hacerlo, porque eso no agrada a nuestro Señor. Aún en esos casos podemos mostrar un carácter piadoso y honroso, negándonos con palabras sazonadas de gracia e invitando a nuestros esposos al arrepentimiento y fe en Cristo. Debemos orar para que Dios nos ayude a estar firmes en Él, para que Dios sea misericordioso con nuestros esposos, para que se arrepientan y para que Dios los guarde. Sin embargo, si hay consecuencias por su pecado —aún de manera legal— no peques, podría ser una disciplina del Señor, descansa en que Dios sigue obrando y reinando.

Es sumamente importante depender del Espíritu Santo y conocer la voluntad de nuestro Dios en Su Palabra, para así poder discernir entre lo que es aceptable y lo que no delante de Él.

La sumisión no es abuso

Relacionado a los puntos anteriores, la sumisión no es abuso. Si tu esposo o autoridad abusa de su posición pidiéndote cosas desagradables delante del Señor, o tratándote como objeto sin dignidad y respeto, busca ayuda con hermanos maduros en la fe, y si es necesario, ayuda legal. Al Señor le importa tu integridad física, le importa tu corazón y tu mente. Él no aprueba ninguna clase de abuso.

Hablando del matrimonio, el Señor lo instituyó para reflejar la hermosura de la unidad entre Cristo y Su iglesia. Como vimos en el artículo anterior, (La sumisión: El matrimonio) las instrucciones de Efesios 5 nos dan un retrato del amor de Dios por Su pueblo, y del amor de Su pueblo por su Dios. Tristemente, por el pecado, muchas veces vemos ese cuadro distorsionado. Vemos un cuadro alejado completamente del diseño de Dios, representando lo opuesto a la intención de Dios: la fealdad, los dolores y maldiciones de estar separado de Cristo.

Si ésta es tu situación quiero decirte que tengo la convicción de que Dios puede transformar aún el peor de los matrimonios en uno de los más bellos cuadros del evangelio, lo he visto de cerca. ¡Hay esperanza en Cristo! Sin embargo hermana, es importante decir que en ningún escenario es aceptable el abuso. El abuso deshonra a la creación de Dios, por ende, deshonra a Dios. Por favor no creas la mentira de que una mujer sumisa debe permitir el abuso a su persona, a sus hijos, o a cualquier otra persona. Recuerda que Dios ama al vulnerable, ama la verdad, ama el justo juicio y aborrece la injusticia. Dios instituyó a las autoridades para protección y a la iglesia para velar por los pequeños, si sufres de abuso por favor acude a los medios de gracia que Dios nos da.

La sumisión no es estar de acuerdo en todo

Ya vimos que la sumisión no es hacer todo lo que te piden que vaya en contra de la voluntad de Dios, pero quizá te preguntes qué pasa cuando no estas de acuerdo con tu esposo dentro de los límites bíblicos.

Como vimos, podemos dar nuestra opinión y ayudar a reflexionar a nuestros esposos para tomar la mejor decisión, recuerda que somos su ayuda idónea. Pero, ¿qué pasa si aún así no cambia su parecer? ¿Qué hacer cuando tu esposo toma una decisión que no va en contra de la Palabra de Dios pero que quizá preferirías que fuera diferente?

Aquí es donde ejercitamos la sujeción. Nos sujetamos quietamente confiando en el Señor, humildemente sabiendo que podemos equivocarnos, mansamente sabiendo que nuestros esposos se pueden equivocar, y confiadamente sabiendo que el Señor es soberano.

La sumisión no es estar de acuerdo en todo, sino confiar en Dios en todo. Esto quiere decir que no necesitas estar en absoluto acuerdo para estar sujeta a tu esposo, más bien necesitas recordar que Dios está en Su trono en absoluto poder en todo momento.

La sumisión no es no tener dones

La sumisión no es no tener dones. Quizá te parezca algo raro este punto pero créeme cuando te digo que he escuchado comentarios en donde se menosprecia a una mujer activa en el ministerio. Hay una idea extraña en donde se cree que el hombre es el que tiene llamado, dones y talentos, y la mujer es la que exclusivamente tiene que cuidar de los niños y del hogar. Pero no es difícil notar lo débil que es esta postura ante la Palabra. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están llenos de mujeres que sirvieron al Pueblo de Dios. Mujeres llenas de dones y talentos que usaron para edificar a la iglesia y para dar gloria a Dios.

Pablo se tomó el tiempo de honrar y agradecer en sus cartas a muchas mujeres que sirvieron fielmente, y aún Jesús mismo estuvo rodeado de mujeres piadosas a lo largo de todo su ministerio. Si bien, la mujer no debe descuidar su primer ministerio, es decir su hogar, tampoco debe desestimar sus deberes con su iglesia local. Somos un cuerpo en Cristo, miembros los unos de los otros, sirviéndonos mutuamente y doliéndonos cuando un miembro no hace su función.

Quizá alguna mujer tiene el don de enseñanza, mientras que su marido tiene el don de servicio. Esto no quiere decir que la mujer no esté sujeta a su esposo, pero tampoco quiere decir que lo esté. Los dones son un regalo de Dios para nuestra edificación mutua, todos son valiosos e importantes. Por eso debemos de alegrarnos de que nuestros hermanos tengan dones distintos a los nuestros, pues así nos vamos edificando hasta la medida del varón perfecto (ver 1 Pedro 4:10).

Mujeres, podemos ejercer los diferentes dones que Dios nos dio con un corazón sujeto a Cristo, a nuestros esposos, y a los pastores de la Iglesia. Una mujer sumisa no es la que no tiene dones, sino la que presenta con humildad los dones que Dios le da para bendecir primeramente a su hogar, y después a su iglesia local.

La sumisión no es perder tu personalidad

¿Alguna vez has visto alguna de esas películas antiguas en donde las mujeres dan una apariencia de feminidad impecable? ¿Has pensado que parecen muñecas en serie? ¡Es casi como si fueran robots!

Creo que en ocasiones pensamos de la sumisión de esta manera. Creemos que al rendirnos a Cristo y abrazar la sujeción tenemos que vernos como muñecas en serie. Pensamos; “debo dejar de reírme de esta manera”, “debo ser más seria como mi hermana Panchita”, “debo tener una voz más aguda”, “debo dejar mi gusto por los deportes”, etc… Hemos estereotipado en asuntos sumamente superficiales lo que es una mujer sujeta, olvidando la inimaginable creatividad y sabiduría de Dios.

Hermanas, Dios nos hizo diferentes y eso es hermoso. Algunas aman el rosa, algunas otras el azul. Algunas jugaron con muñecas, otras jugamos con instrumentos musicales. La personalidad de algunas es como el verano en esplendor, la de otras como las tardes de otoño. Y con todas nuestras diferencias, expresiones, gustos y personalidades, podemos dar gloria a Dios en sujeción. Esto porque la sujeción no es una personalidad, sino una postura del corazón.

La sumisión no es castigo

Por último, la sumisión no es un castigo. La sumisión no es asunto de la caída, es asunto de diseño. Lo vemos desde el Edén. Algunos creen que el juicio de Génesis 3 enseña que la sumisión es parte del castigo por el pecado de Adán y Eva, pero debemos entender que la caída no causó la sumisión, sino el pesar en lo que Dios diseñó para disfrute.

La buena noticia es que en Cristo podemos gozar desde ahora la hermosura de la sujeción. Podemos comprobar la bendición de sujetarnos a Cristo y a nuestros esposos. ¡Es hermosa la protección y el cuidado que Dios da a la mujer al poner a un hombre como responsable de ella! Entendiendo el rol de la autoridad desde la perspectiva bíblica de servicio y protección, es fácil asombrarnos ante tal gracia de Dios para nosotras.

Como dije anteriormente, debido al pecado hay muchos retratos distorsionados de lo que Dios diseñó para bien. Pero aún en la imperfección de nuestros esposos, vemos el cuidado de Dios a través de ellos. Y en Cristo, tenemos la certeza de que el Señor irá perfeccionando el retrato de nuestro matrimonio para Su gloria y nuestro bien.

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La Sumisión: El matrimonio https://www.genuinomujeres.com/la-sumision-el-matrimonio/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=la-sumision-el-matrimonio https://www.genuinomujeres.com/la-sumision-el-matrimonio/#comments Mon, 25 Jul 2022 20:25:58 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3026 En el primer artículo de nuestra nueva serie sobre la sumisión (Sumisión: El Yugo de Cristo) hablamos sobre el yugo de Cristo. Mencionábamos que, a diferencia de cualquier otro yugo, este yugo es ligero y nos da descanso. Es importante comenzar hablando del yugo de Cristo, pues es este yugo sanador el que nos da libertad y descanso para alinearnos al diseño original de Dios en todas las áreas de nuestra vida.

Cristo es el protagonista del universo, ya sea que estemos conscientes de ello o no. Él diseñó la creación de tal manera que irradie un poco de su luz admirable, permitiéndonos gozar de lo que Él ha declarado como bueno. Dentro de su creatividad Él diseñó el matrimonio como una sombra temporal que comunica una verdad gloriosa y eterna; el misterio de la unidad entre Dios y Su pueblo redimido.

Nuestros matrimonios deben ser un cuadro que nos anticipe sobre la gran boda que se acerca, es decir, las bodas del Cordero. Recordando así a las familias cristianas la esperanza gloriosa que nos aguarda, y predicando al mundo que hay un Novio deseoso por desposar a los hijos de la fe.

Sin embargo, si somos honestas, podremos confesar que muchos de nuestros matrimonios comunican todo menos esta gloriosa realidad. En lugar de comunicar el amor paciente de Dios, comunica nuestro egoísmo. En lugar de comunicar la unidad entre Cristo y Su Iglesia, comunica la división que el pecado puede traer. En vez de desplegar la protección de Cristo y la sumisión de la Iglesia, despliega el dolor que nos podemos causar unos a otros. Amadas, la razón de esto es el pecado que ha manchado cada área de nuestra vida, trayendo pesar en lo que el Señor diseñó para gozo, y para que, al gozarnos en ello, diéramos gloria a Él.

Para que nuestros matrimonios sean una carta sobre Cristo y la Iglesia, necesitan estar bajo el agradable yugo de Cristo, pues solo Cristo nos liberta del pecado. Solo Él nos da la capacidad para ver por el otro antes que por nosotras, para servir y para amar. Para que nuestros matrimonios comuniquen la unidad entre Cristo y la Iglesia, primero nosotras debemos gozar de ser la novia de Cristo. Pues, al ser receptoras de las riquezas de la gracia de Cristo podrá brotar la misma gracia de nosotras hacia nuestros cónyuges sin importar su desempeño y ni siquiera su fe. ¿Por qué? por la misma razón que la luna continuaría iluminando si se apagaran todas las lámparas de la tierra; el sol la sigue alumbrando.

Es esta verdad la que se enfatiza en Efesios 5. Leamos los pasajes prestando atención a las referencias sobre Cristo y la Iglesia en cada instrucción hacia los esposos.

Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor.  Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo. Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.

Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia; porque somos miembros de Su cuerpo. Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.

Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.  En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.(Efesios 5:22-33)

¡Wow! ¿te das cuenta? Cada instrucción está en armonía con la relación entre Dios y Su pueblo. El modelo del matrimonio es el corazón de Cristo hacia Su Iglesia, y el corazón de la Iglesia hacia su Cristo. Los maridos deben amar a sus esposas con el amor que Cristo ha demostrado a Su Iglesia, y las esposas deben sujetarse a sus maridos como la Iglesia está sujeta a Cristo. Cristo ama, santifica, y sustenta a Su Iglesia como a Su propio cuerpo, porque en realidad nos ha hecho miembros suyos. La Iglesia ama, respeta y se sujeta a Cristo alegremente por el misterio y la bendición de la unidad con Él.

Necesitamos comprender que nuestros matrimonios no se tratan más de nosotros que de Cristo y Su evangelio. Efesios 5 ha sido causa de mucho debate y división fuera y dentro de la Iglesia, perdiendo el punto principal de los pasajes: la belleza de la unidad entre Dios y el pueblo que compró a precio de sangre. Estos pasajes no debieran ser causa de debates sino de asombro y de adoración a Dios, pues lo que era imposible debido a la enemistad entre Dios y el hombre, se hizo posible por Jesús. ¡Fuimos injertados de la relación más lejana posible con Dios (enemistad) a la relación más cercana posible con Él (matrimonio)! Y esta nueva relación que podemos tener con Dios es la que capacita todas nuestras relaciones, aún las relaciones matrimoniales más difíciles.

En mi relación con Cristo y en mi propio matrimonio he visto la belleza del diseño de Dios. El amor de mi Cristo y el de mi amado esposo es tan dulce que me es fácil, voluntaria y alegremente sujetarme a ellos. También considera lo fácil, agradable y voluntariamente que puede ser el amor de nuestros esposos hacia nosotras cuando los respetamos y nos sujetamos a ellos. Si bien nuestros deberes no dependen de los deberes del otro cuando el matrimonio está bajo el yugo de Cristo, facilitamos y estimulamos el amor de nuestros cónyuges al llevar a la práctica el consejo de Dios.

Sin embargo, regresando al ejemplo de la luna y el sol, notemos que la luna puede alumbrar aún sin lamparas de la tierra porque del sol recibe su luz. Pero si la luna perdiera el sol sería imposible que reflejara su luz. Así mismo, en Cristo nosotras podemos amar, respetar y estar sujetas a nuestros maridos aún si nuestros maridos no “alumbran” nuestra vida, pues nuestra luz es independiente a ellos. Incluso la Palabra nos dice que si nuestros maridos no están en Cristo, la luz que podemos desplegar hacia ellos pudiera ser el medio por el cual ellos conozcan la fuente de nuestra luz (ver 1 Pedro 3).

Quiero que sepas, hermana, que no escribo esto sin pensar en ti que estás unida a un hombre sin Cristo. Quizá el Señor te alcanzó en tu matrimonio, pensaste que tu esposo era creyente sin serlo, o quizá estés viviendo el resultado de rechazar el buen consejo de Dios. Sea cual sea la razón, el Señor no ignora tu dolor. No creo poder expresar en un artículo la compasión que sé que Cristo tiene hacia sus hijos, pero sé que la cruz la expresa perfectamente. Puede ser muy doloroso y difícil el dar bien por mal, sobre todo cuando recibes el mal de tu propio cónyuge. Pero amada, «amada» en todo el sentido de la palabra, eres muy amada por Cristo, ¡tan solo mira la cruz para comprobarlo! Tu matrimonio será temporal, junto con todos sus dolores, pero en Cristo hay esperanza de un perfecto y eterno matrimonio con tu Dios bueno. Esa esperanza es la que te mantendrá dando bien por mal, siendo luz en la oscuridad, y viviendo una vida sujeta a tu Cristo y a tu esposo.

En otro artículo hablaremos sobre lo que no es la sumisión en el matrimonio. Sin embargo, quiero adelantarme a decirte que si en tu matrimonio hay abusos de parte de tu cónyuge acudas a buscar ayuda legal y de hermanos maduros en la fe. El Señor no aprueba esto.

Continuemos hablando un poco sobre nuestro deber como esposas, ¿qué es la sumisión?

La sumisión bíblica es una actitud del corazón que considera la voluntad e interés del otro antes que el suyo; es estar bajo autoridad y encontrar gozo en ello. La Palabra de Dios nos llama a estar sujetas a nuestros maridos como lo estamos de Cristo, instituyendo Dios al esposo como la cabeza de la mujer, es decir, su autoridad. Esto no es debido a que tengamos menos valor, inteligencia, capacidad, ni dignidad que el hombre. Tampoco es algo cultural que se instituyó para una iglesia de cierto tiempo y cierto lugar. Sino que esto es debido al diseño sabio y bueno de Dios para comunicar una realidad mayor que nosotros.

“Pero quiero que sepan que la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.” 1 Corintios 11:3

La cabeza de la mujer es el hombre, Cristo es la cabeza del hombre, y Dios Padre la cabeza de Cristo. Nuevamente vemos un orden, pero si no tenemos cuidado nos perderemos de ver que este orden perfecto es tan solo la ventana para ver nuevamente la belleza de la unidad entre Dios y Su pueblo.

El contexto de este pasaje es el orden dentro de la iglesia, y si continuamos leyendo nos daremos cuenta de que se sigue desenvolviendo la idea de que tanto el hombre como la mujer estamos bajo la autoridad de Dios, y que el orden no tiene que ver con el valor individual. Este versículo es claro al instituir el orden, y así mismo, en dar honra a cada individuo, sobre todo a Aquél de quien proceden todas las cosas.

En Cristo, nos honramos mutuamente, no somos independientes los unos de los otros porque tanto como la mujer procede del hombre, el hombre nace de la mujer, y finalmente, todos procedemos de Dios (ver 2 Cor. 11:11-12). ¡La sumisión matrimonial predica algo mucho mayor que nosotros! El matrimonio no se trata de nosotros sino de Dios.

Desde Génesis el Señor instituyó este orden reflejando armonía, protección y nuestra dependencia a Dios. Pero cuando Adán y Eva se revelan contra Dios, ese orden perfecto de sujeción se rompió afectando nuestra armonía relacional con Dios y con los demás. Pero Cristo vivió una vida en perfecta sumisión al Padre, no desviándose ni a la derecha ni a la izquierda de Su voluntad, para imputar su justicia y obediencia a todos los de la fe en Él.

También da Su Espíritu Santo a los de la fe, quien nos da un corazón capaz de sujetarse al yugo de Cristo, el yugo que sana nuestro corazón de la rebeldía, ayudándonos a sujetarnos y a respetar a nuestros esposos imperfectos, regresando así al diseño original de Génesis. Él nos capacita para reflejar la belleza de la unidad que gozamos con nuestro Dios, a aguardar el día en que el Novio deseado venga a desposarse con Su iglesia emblanquecida, y a ser una carta de invitación para todo aquel que quiera unirse a esta boda.

Más adelante veremos en esta serie cómo se ve la sumisión de manera práctica en nuestros matrimonios. Sin embargo, es muy importante que comprendamos primero la base de que la sumisión matrimonial comunica algo mucho más grande que nosotras mismas, habla de la actitud del corazón y la alegría de la Iglesia hacia Su Cristo. También, es importante comprender que nuestra sumisión a nuestros esposos es sólo un poco de la luz que recibimos de Dios al estar sujetas a Él. ¡Todo comienza y termina en Cristo! Con la ayuda de Dios nuestros matrimonios pueden ser una imagen vívida del evangelio, y es un gran privilegio y alegría poder ser parte de esto.

Termino hablándote a ti, hermana soltera, para exhortarte a que seas sabia al momento de elegir a tu cónyuge. Sabiendo ahora que el matrimonio es un reflejo de la unidad entre Cristo y su Iglesia, elige a un hombre piadoso y temeroso de Dios. Sabiendo que nuestro deber como esposas es sujetarnos a un hombre, escoge a un hombre que esté sujeto a Cristo. No te conformes con nada menos que un compañero en la gracia para adornar más bellamente el evangelio de Jesucristo.

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La Sumisión: El yugo de Cristo https://www.genuinomujeres.com/la-sumision-el-yugo-de-cristo/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=la-sumision-el-yugo-de-cristo https://www.genuinomujeres.com/la-sumision-el-yugo-de-cristo/#comments Tue, 12 Jul 2022 16:17:43 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3016 Sumisión, ¡Qué palabra tan contracultural! Pocas cosas ofenden hoy como cuando se describe a alguien como “sumiso”. Rechazamos la sumisión por ambas partes; el sometido y al que se le somete. Pensamos que el sometido evidencia debilidad, inseguridad y falta de carácter. Mientras que pensamos que al que se le somete evidencia hambre de poder, inseguridad y superioridad.

La sumisión es rechazada por la sociedad ya que es vista como el asalto de la voluntad humana, la supresión del derecho humano, y el fin de la libertad de expresión. Lo entiendo muy bien, es fácil rechazar la sumisión debido a que la sociedad ha sido testigo de abusos de autoridad a lo largo de la historia, pero, ¿qué si te dijera que hay Uno cuyo yugo es ligero, que liberta en lugar de esclavizar? ¿Qué si te dijera que hay una sumisión que trae alivio al alma?

Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera”. Mateo 11:28-30

Jesús hace esta invitación a todos los cansados y cargados. ¡Esto es buena noticia para nosotros ya que todos estamos agotados por el yugo de este mundo! Aunque no nos demos cuenta, todos tenemos un yugo pesado sobre nuestros hombros. El pecado, las demandas de la ley, la maldición y la condena pesan mucho. Este yugo nos aflige con temor, ansiedad, sufrimiento, agotamiento, y búsqueda constante de libertad. Creemos que somos libres, hasta que, en momentos de crisis, nos damos cuenta de que es una simple ilusión, estamos esclavizados. Pero Cristo nos invita a tomar Su yugo con una dulce descripción de Él mismo; Manso y humilde de corazón.

No hay doble agenda, no hay hambre de poder, porque Cristo no tiene necesidad de nada. ¡Pureza de corazón, humildad extranjera, benignidad asombrosa! Él es, y nos ofrece de sí mismo.

Su yugo trae descanso. El sometido será grandemente beneficiado por llevar el yugo de Cristo. El sometido entiende su debilidad y sus faltas, por lo que corre a los brazos de Cristo, quien lo hace libre de depender de sus débiles intentos por salvarse y santificarse. El sometido evidencia sabiduría celestial al reconocer que Cristo suplirá su necesidad y al acudir a Él. El sometido a Cristo esta unido a la fuente de toda bendición eterna.

Su yugo es fácil y ligera su carga.

Su yugo no es uno que exige de nosotros para ganarnos su gracia. Su yugo es un don de gracia al mantenernos unidos a Él. Nos dio Su Palabra, nos dio Su revelación en las Escrituras, nos dio a Su iglesia, y nos dio a Su Espíritu. Intercede por nosotros, nos comprende en nuestras debilidades, nos socorre en nuestras aflicciones, y aboga por nosotros en nuestro pecar. Nos ha dado todo lo necesario para nuestra salvación y santificación. Sobre todo, nos ha dado Su amor que nos constriñe hacia la cruz día a día, para seguirle hasta el fin.

Su yugo nos llama a morir a nosotros mismos, pero nos asiste en gracia para hacerlo. Su yugo nos libera de la esclavitud hacia la libertad de Hijos, alivia el alma y llena de esperanza porque Él prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo. Su yugo verdaderamente es fácil y ligera su carga.

¡Cuán alegres son los que se someten a Cristo!

“Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”. Lucas 9:23

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Viviendo para la eternidad https://www.genuinomujeres.com/viviendo-para-la-eternidad/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=viviendo-para-la-eternidad Wed, 01 Jun 2022 16:13:00 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3006 No se tú, pero yo soy experta en olvidar la verdad de que el fin de este mundo llegará, no lo digo en el sentido pesimista, sino en la verdad esperanzadora de que Cristo regresará. Esto no me sorprende debido a mi naturaleza pecaminosa, ya que, como Jesús dice, la conducta natural del mundo ante Su venida será como la de en los días de Noé, donde se disfrutaban los deleites de la vida, olvidándose del juicio de Dios (Mt. 24:37-39), sin embargo, me confronta el recordar que así como Cristo vivió para hacer la voluntad del Padre, así yo, como hija suya, estoy llamada a hacer lo mismo (Mt. 12:50)

En la persona de Jesús vemos un ejemplo perfecto de lo que es vivir para la eternidad. Él conocía que su tiempo en este mundo era temporal, y por ende, se enfocó en aquello que el Padre le mandó a hacer, no más, no menos.

Comúnmente esto se ve muy alejado de nuestra manera de vivir como cristianas, ya que, la mayoría de las veces nos encontramos viviendo para nuestra voluntad, acumulando tesoros para nosotras mismas, creyendo mentiras que nos dicen que nuestro propósito en este mundo está en ser las personas más exitosas, felices, trabajadoras, positivas, etc., llevándonos a esclavizarnos y a afanarnos por este mundo. ¡Gracias a Dios que nos dejó la Verdad, y el ejemplo de la Verdad encarnada, para conocer nuestro llamado y hacer Su voluntad! A través del ejemplo de Cristo, vemos lo que es vivir a la luz de la eternidad, y esto no es más que vivir y predicar el evangelio con amor, con el fin de hacer discípulos en todas las naciones para la gloria de Dios.

Si, nuestro llamado como Iglesia no es solamente ir cada domingo a congregarnos, o tener el ministerio más grande. Nuestro llamado principal como iglesia es ir y hacer discípulos, independientemente si tenemos o no el llamado de dejar tu nación (Mt.18:29). Es decir, para cumplir la misión no necesariamente te tienes que ir a África, porque esa misma salvación que necesita un africano es la misma salvación que necesita tu vecino. Obedezcamos a este llamado en donde sea que Dios nos ha puesto viviendo y predicando el evangelio día a día.

1. Viviendo el evangelio

La vida de Cristo es conocida principalmente por ser una vida perfecta, sin mancha y sin pecado, por lo que fue también llena de amor y sacrificio. Piensa por un momento ¿Que hubiera sido de nosotros sin el amor y el sacrificio de Cristo? ¡Gloria a Dios que nos amó hasta el final!. Cristo nos amó de manera infinita y sacrificial, llevándolo a soportar la cruz, es decir, la maldición de Dios por nosotros. (Gal. 3:13). Y ese mismo amor derramado por nosotros es aquel amor que tú y yo estamos llamadas a dar y demostrar. No un amor de palabras, sino un amor de sacrificio, despojándonos de nosotras mismas, así como Él lo hizo. (Fil. 2:7)

Estas verdades son bonitas en la teoría pero créeme que en la práctica son repugnantes para nuestra carne. No mentiría al decir que el mandamiento de amarnos y perdonarnos los unos a los otros como Cristo lo hizo (Jn. 13:34) es uno de los mandamientos más contraculturales para nuestra era, pero hermana, vivir amándonos y perdonándonos los unos a los otros es nuestra marca distintiva como cristianas (Jn 13:35), al hacer esto acumulamos tesoros eternos en el cielo, y más aún reflejamos y glorificamos el carácter de Cristo.

Vivir el evangelio al morir a nosotras mismas, tomar nuestra cruz y someternos a la voluntad del Padre tal como Cristo lo hizo, es doloroso y difícil. Es más, ¡en nuestras fuerzas es imposible! Necesitamos depender de Cristo cada día al mirar Su amor y perdón derramado en la cruz por nosotras, y cuando fallemos descansar en Él y sus promesas. Recordar y meditar en el evangelio será nuestro motor para cada día vivir para la eternidad.

2. Predicando el evangelio

En los últimos años, la predicación del evangelio persona a persona se ha demeritado, ya sea por posturas teológicas, indiferencia al evangelio, temor al hombre, apatía espiritual, agendas llenas de responsabilidades, etc., siendo esto no más que un reflejo de la dureza que hay en nuestro corazón hacia las almas perdidas, de nuestra mirada puesta en el mundo y de nuestra vida llena de comodidades. Si no tenemos cuidado en examinarnos podemos amoldarnos a este mundo, alejándonos del ejemplo de Cristo y de Su corazón por los perdidos.

Es por eso la importancia de mirar a Cristo cada día. En los relatos de la vida de Jesús se menciona en varias ocasiones que Jesús siendo Dios predicaba Su evangelio con pasión por las almas pérdidas (Mar 1:14-15, Mt.23:37), lleno de amor, compasión, humildad y fervor, con el fin de que creyéramos. ¡Cuánto amor tiene Jesús para nosotros!

Hermana, habiendo recibido este amor somos deudoras. ¿Quiénes somos nosotros para no dar lo que por gracia hemos recibido? Somos tan miserables cuando no compartimos ese amor y esa gracia infinita que hemos recibido, y que está disponible para todos aquellos que creen. ¡Salgamos y hablemos a todos sobre el Dios Vivo que tiene poder para salvar!

No me malentiendas, entiendo nuestra lucha, escribo desde un un corazón genuinamente confrontado al reconocer que mi pecado es el que me lleva a no compartir la Verdad que trae vida eterna. Hermana, esforcémonos en este llamado cada día, al recordar siempre su evangelio y dar simplemente de lo mucho que hemos recibido. Y que Dios en su infinita gracia nos devuelva ese gozo y esa pasión por las almas pérdidas que algún día tuvimos al recordarnos Su pasión en la cruz, y más aún, que ponga en nosotros la misma mente y el mismo corazón que hubo en Cristo.

Por último, quiero decirte que vivir para la eternidad no es fácil y ten por seguro que fallaremos, pero, vivir recordando la verdad de que Cristo vino, y que regresará, es nuestra motivación para vivir vidas fructíferas y enfocadas en la eternidad.

Oro para que Dios nos ayude a día a día mirar a Cristo para aprovechar bien nuestros días en esta tierra (que están contados). Esforcémonos en la gracia en esta carrera de la fe, y preparémonos para nuestro encuentro con el Cordero, de tal manera que nos encuentre haciendo Su voluntad y no la nuestra.

Vivir cada día recordando que regresaremos al polvo y que nada de lo que hagamos para este mundo, inclusive para nosotros mismos, perdurará, es bastante retador y un tanto humillante, sin embargo, recordar cada día esta verdad innegable nos llevará a fijar nuestros ojos en la eternidad para vivir como Cristo.

¡Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, Porque las bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado!
Apocalipsis 19:7

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Maestras de la Palabra: enseñando con gracia https://www.genuinomujeres.com/maestras-de-la-palabra-ensenando-con-gracia/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=maestras-de-la-palabra-ensenando-con-gracia Wed, 18 May 2022 16:33:06 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=3000 Si eres una maestra de Biblia para niños, en grupos pequeños, en grupos para mujeres, en algún programa de tu iglesia, para tus hijos, quiero compartir contigo cuatro puntos a considerar para ver tu corazón en tu servicio a otros para la gloria de Dios. 

Comunión

No está de más recordarnos que no podemos dar lo que no tenemos, pero aún más, no podemos ser lo que no hemos aprendido a ser. Puede parecer un «cliché» decir que los cristianos necesitamos y dependemos de la comunión diaria con nuestro Padre, pero es una verdad que no todos aplicamos regularmente. David lo expresó de esta manera: «Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura del Señor Y para meditar en Su templo», Sal 27:4.

David sabía que todo lo que necesitaba ser y hacer dependía de su comunión con Dios, por eso lo busca más que a nada ni a nadie. Así como David, quienes profesamos la fe en Cristo, estamos unidos a Él (2 Co 5:17), Él es nuestra habitación y nosotras somos Su morada, por ello podemos tener una comunión con Dios que se nutre tanto por leer la Palabra y orar en un tiempo especial, así como meditar en durante el día porque vivimos delante de Él.

Sin una comunión diaria con Dios, sucumbimos ante las guerras internas, las circunstancias nos definen, y dependemos de lo creado para encontrar satisfacción. La sabiduría que procede de lo Alto se recibe por ese tiempo en Sus pies de manera que sea un mensaje que arda en tu corazón cuando enseñas a otros. No sólo enseñas conocimiento, sino el conocimiento de Dios que te está transformando.

Carácter

Una comunión diaria con Dios va formando tu carácter a través de la lectura de la Biblia, la oración, las circunstancias difíciles, los retos diarios y las relaciones personales. Un carácter probado está siendo formado todo el tiempo por la bendita Mano de Dios que se muestra en cómo respondemos, accionamos, pensamos y servimos. 

Sin embargo, Pablo nos instruye en cómo se ve este carácter en las mujeres líderes que enseñan a otras la Palabra —él prioriza el carácter sobre el don y el servicio. Las mujeres necesitan ser dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo, (1 Timoteo 3:11). También da instrucciones en Tito 2:3-5 sobre las características de las mujeres mayores y menores en la iglesia de Creta 

En ambos pasajes, la mujer se define por su carácter piadoso y sirve de modelo tanto en su vida pública como privada. Por su carácter humilde y enseñable, fiel y firme, reconociendo que como creyente debe ser una aprendiz de por vida —un corazón enseñable edifica. Además de ser probada a lo largo del tiempo —que no sea una nueva creyente (1 Ti 3:6). No debe vacilar con todo viento de doctrina (Ef. 4:14), sino perseverar en el conocimiento del Señor para trasladarlo a otros.

Comunidad

Además de su comunión con Dios, su carácter que está siendo formado, necesitamos vivir de la mano con una comunidad de creyentes. Somos propensas solo a servir y desconectarnos de la audiencia a quienes enseñamos —caer en altivez por la posición de maestra. Vivir en comunidad nos ayuda a tener un balance entre ser hermanas y discípulas.

De hecho, esto es lo hermoso que vemos en las iglesias del Nuevo Testamento, la comunidad de creyentes perseverando en la doctrina de los apóstoles, compartiendo el pan, orando y alabando juntos al Dios de la Gloria (Hch 2:44-47). La comunidad de creyentes es necesaria para todos, eso incluye caminar bajo sujeción pastoral en todo lo que enseñas, planeas y haces con las ovejas que el Señor ha dado a tu iglesia local. 

Ser vulnerables en admitir nuestra necesidad de conocer más la Palabra, confesar luchas de pecado, ser corregidas en cómo mejorar o perfeccionar un don que Dios nos ha dado es importante. Si el contenido o la forma de nuestra enseñanza no puede ser cuestionado, no estamos aprendiendo a ver la belleza que hay en que Dios use a nuestros hermanos y hermanas para ello. Al final, los beneficios de pertenecer a una comunidad y ser comunidad es que juntos estamos creciendo en ser más como Cristo (Ro 8:29).

Contentamiento

Lo que me lleva al último punto que es tener contentamiento en los lugares, personas y con las oportunidades que Dios provee. En última instancia, tanto el propósito por el que fuimos creadas, como el propósito de todo lo que hacemos es la Gloria de Dios (Is 43:7; Col 3:17); razón que nos debiese llevar a un contentamiento en nuestro servicio a Él. Lastimosamente, podemos elevar el don de enseñanza a un lugar en el corazón que es peligroso.

Por eso, no enseñamos a otras porque somos mejores, más importantes o para hacernos de un nombre, sino que enseñamos a otras para que Dios sea conocido y Él transforme los corazones nuestros y de otros al escuchar el mensaje del evangelio. El solo hecho de ser usadas por Dios para enseñar sus hermosas verdades ¡ya es un privilegio inmerecido! Por tanto, tampoco hay elogios más grandes si se hace en una reunión pequeña, a tus hijos, en la escuela dominical o en una conferencia grande. 

El contentamiento bíblico nos recuerda que el don procede de Dios, el conocimiento revelado procede de Dios, la comunidad de creyentes procede de Dios y nuestra relación con Él procede de Dios; a la verdad «apartadas de Mí nada pueden hacer», Jn 15:5b. Ese contentamiento nos dará descanso, gozo y sabiduría en nuestras oportunidades de enseñar, además, crece un amor sincero por la audiencia que Dios nos da.

Exhortación

Finalmente, como una hermana mayor en Cristo que ama la enseñanza bíblica, quiero exhortarte a que medites en estas verdades: ¿Cómo está mi comunión con Dios? ¿Cómo estoy creciendo en un carácter que fluye de esa comunión con Dios puesto a prueba y al servicio de una comunidad? ¿Tengo contentamiento porque enseño para la Gloria de Dios?

De las mujeres que más han impactado mi vida son aquellas que son coherentes en sus vidas con lo que enseñan. Son consejos silenciosos que nos dan esperanza, enseñan sabiduría y un amor más profundo al Señor. Su labor, y nuestra labor es apuntar a otros hacia el mejor Maestro: Jesucristo.

Cuando el evangelio nos ha impactado, no podemos quedarnos calladas con semejante mensaje y el impacto que ha hecho en nuestros corazones. ¿Es así como enseñas? ¿Qué es lo más difícil para ti? ¿Rindes cuentas sobre tus enseñanzas? ¿Pides ayuda? ¿Te sientes cansada de enseñar porque no sabes qué enseñar? ¿Es tu don, tu identidad? ¿Deseas enseñar para que tú seas reconocida? 

Hazte estas preguntas, ora al Señor que te ayude a formar un carácter semejante al de Cristo, busca ayuda, y adéntrate en Sus verdades cada día, de manera que compartas las verdades que Él ha revelado en Su Palabra.

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¿Por qué leer la Biblia? https://www.genuinomujeres.com/por-que-leer-la-biblia/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=por-que-leer-la-biblia Thu, 21 Apr 2022 16:52:32 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=2996 La Biblia es una colección de 66 libros escritos por aproximadamente 40 autores a lo largo de 1500 años. Sorprendentemente todos los libros son congruentes entre sí, y no contienen error alguno. Los autores tuvieron diferentes personalidades, contextos, oficios y perspectivas, sin embargo, cada uno de ellos proclamaron al mismo Dios y mensaje de salvación. Esto sólo fue posible gracias a la intervención e inspiración de Dios para que estos hombres registraran exactamente lo que Dios quería que quedara escrito. ¡Esto hace que la Biblia sea un libro único! Ésta contiene las mismas Palabras de Dios, y piénsalo, es el único libro cuyo Autor conoce perfectamente el corazón, los pensamientos, la necesidad, el pasado, presente y futuro de sus lectores.

El simple hecho de saber que Dios es el autor principal de este libro debe hacer que nuestros corazones anhelen meditar y profundizar en él. Aún así, Dios nos dejó en Su misma Palabra muchas razones más para entrar de lleno en tu Biblia y amarla. Veamos 5 de estas razones.

1.- Conocemos a Dios

Hay muchas buenas razones para entrar de lleno en nuestras Biblias, pero sin duda la más importante de todas es que a través de ella conocemos a Dios. Romanos 1:20 nos dice que la creación de Dios revela atributos invisibles de Dios, nos muestra claramente su eterno poder y divinidad. Sin embargo, la creación no puede revelarnos el carácter santo, justo, paciente y misericordioso de Dios, no puede revelarnos las buenas noticias de salvación, ni tampoco puede mostrarnos a Jesucristo. Dios nos ha dado Su Palabra para ello. Desde Génesis hasta Apocalipsis la Biblia revela el carácter y la voluntad de Dios. Ella da testimonio una y otra vez de Jesucristo (Juan 5:39), quien es la imagen exacta del Dios invisible (Col. 1:15). Las Escrituras son una ventana para ver el rostro de Cristo, y en el rostro de Cristo vemos la gloria de Dios. Entra de lleno en tu Biblia, pues a través de ella conocemos a nuestro hermoso y gran Dios.

2.- Conocemos el camino de salvación

¿Te has puesto a pensar en el hecho de que haya libros más grandes que la Biblia? ¿O en que existan miles de libros hechos por el hombre y tan sólo uno inspirado por Dios? ¿Será que el hombre tiene más que decir que Dios? ¡Por supuesto que no! ¡Dios posee el conocimiento de absolutamente todo! Juan 21:25 nos dice que, a demás de lo que quedó registrado en la Biblia,hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que, si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían”. Este pasaje es claro al decirnos que la Biblia no contiene absolutamente todas las obras de Dios ni mucho menos todo su conocimiento, el mundo ni la eternidad podrían contener los libros que se escribirían. Debemos comprender que en las Escrituras Dios reveló al hombre lo necesario para nuestra salvación y crecimiento. A través de la Palabra conocemos nuestra pobreza espiritual y la riqueza de Dios, conocemos nuestra insuficiencia para salvarnos y el glorioso poder de Dios para salvación. Conocemos que la paga del pecado es muerte, y también que Cristo murió como sustituto para salvar a los pecadores. Es en Su Palabra que Dios revela el misterio que aún los ángeles anhelaban conocer; que “Dios tanto amó al mundo que dio a su único Hijo para que todo aquél que en Él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). La Biblia nos apunta a Cristo, el camino, la verdad y la vida, la única puerta al Padre.

3.- Tenemos comunión con Dios

Otra razón para entrar de lleno en tu Biblia es que a través de ella tenemos comunión con Dios. Mucho tiempo yo sufrí por lo que llamaba “el silencio de Dios”. Creía que Dios no me hablaba, lo cual vino a llenarme de dudas y condenación, pues pensaba que su aparente silencio significaba su rechazo hacia mí. Fue hasta que comprendí que Dios no guarda silencio – sino que Él está constantemente hablándonos mediante Su Palabra – que mis inseguridades y temores fueron ahuyentados y mi vida de oración cobró vida. La Palabra de Dios nos estimula a la oración, pues a través de ella Dios mismo inicia una conversación con nosotros. Entra de lleno en tu Biblia pues hay diariamente un banquete de comunión con nuestro Dios esperándonos en cada página de las Escrituras.

3.- Nos instruye

Salmos 1 pone en contraste al hombre que se deleita y medita en la Palabra de Dios, y a los que se deleitan en el consejo del mundo. Este Salmo describe al hombre que escucha y anda conforme al consejo de Dios como un árbol plantado junto a corrientes de agua viva, que da su fruto a su tiempo y que su hoja no se marchita. Mientras que al hombre que escucha y anda conforme al consejo del mundo lo describe como paja que se lleva el viento. Estos pasajes nos dicen que el consejo que guardamos en nuestro corazón determinará el camino por el cual andaremos.

La Biblia contiene todo el consejo de Dios para caminar por el camino de los justos. Ella, a demás de revelarnos a Dios y su evangelio, y estimularnos a la comunión con Él, también nos instruye en Sus caminos. Su Palabra nos enseña, reprende y corrige para instruirnos en justicia. Nos da mandamientos, instrucciones y principios para llevar una vida conforme a Su voluntad. Bien hacemos en escuchar todo el consejo de Dios pues nos instruye en el camino de la vida eterna.

4.- Nos santifica

Otra razón para entrar de lleno en nuestra Biblia es que el Espíritu Santo nos santifica a través de ella. Cuando Jesús fue tentado en el desierto nos enseñó un principio sumamente importante; la Palabra de Dios es el instrumento por excelencia contra la tentación. Salmos 119 refuerza esta misma verdad. “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar Tu Palabra… En mi corazón he guardado Tus dichos, para no pecar contra Ti.” (Salmos 119:9,11) La Palabra de Dios nos guarda de la tentación y nos santifica. 

La santificación es el proceso mediante el cual somos transformados en semejanza a Cristo. Estoesta muy ligado a los puntos anteriores. Vimos que a través de la Biblia conocemos a Dios, su camino de salvación, su voluntad, y tenemos comunión con Él, ¿Cómo podríamos permanecer iguales después de esto? Esto es exactamente lo que 2 Corintios 3:18 nos explica; cuando vemos la gloria de Dios en Su Palabra somos transformados en esa misma gloria. Entra de lleno en tu Biblia, pues a la medida en que crezcas en ella, crecerás en tu conocimiento de Dios e irás siendo transformada de gloria en gloria hasta que estemos con Cristo o Él regrese por nosotros.

5.- Nos equipa

“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17

La Biblia nos equipa. Nos equipa para una vida piadosa, para el evangelismo, para discernir entre el error y la verdad, para darnos consejo, exhortación y ánimo los unos a los otros, para vencer la tentación, para hacer la obra del ministerio, para luchar la buena batalla de la fe, para toda buena obra… La Biblia nos equipa para hacer todo lo que Dios nos ha mandado a hacer. 

¡La Biblia es suficiente! Si deseas andar de una manera digna de Dios y estar equipada para toda buena obra, entra de lleno en tu Biblia pues Dios nos capacita a través de ella para la vida cristiana.

Conclusión

¡Qué don de Dios es Su Palabra! Amada, te invito a vivir una vida sumergida en tu Biblia. Te aseguro que, con la ayuda del Espíritu Santo, encontrarás en ella la más grande riqueza y el más grande deleite. Mi oración por ti es para que Dios traiga convicción a tu alma de la necesidad que tenemos por Su Palabra y que experimentes la fe, amor, esperanza y gozo que sólo ella produce. 

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Glorificando a Dios en la universidad https://www.genuinomujeres.com/glorificando-a-dios-en-la-universidad/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=glorificando-a-dios-en-la-universidad https://www.genuinomujeres.com/glorificando-a-dios-en-la-universidad/#comments Mon, 28 Mar 2022 17:52:38 +0000 https://www.genuinomujeres.com/?p=2989 Te despiertas temprano para tu clase de las 7 de la mañana de la cual te arrepientes de haber inscrito tan temprano. Te haces tu café y te dices a ti misma que en un rato más averiguarás qué desayunar (porque claro, siempre hay tiempo para hacer el café). Te acuerdas en camino a tu clase de que no has tenido tu devocional, pero te dices a ti misma que lo tendrás en la noche cuando termines tus quehaceres (momento que puede o no llegar). Entras a tu clase y notas que a tu alrededor, nadie cree en Jesús. Tus compañeros de equipo tienen una diferente cosmovisión que tú, y te sientes, como nunca antes, nadando contra corriente. ¿Te suena familiar?

La universidad es un lugar en donde hacemos amigos nuevos, llevamos un estilo de vida acelerado, tenemos nuestra agenda tupida de actividades y tareas y, muchas veces, una mentalidad de esforzarnos para sobresalir. También es un ambiente en donde nos encontramos con todo tipo de puntos de vista, ideologías y filosofías que muy pronto se vuelven temas centrales de conversación entre compañeros. Definitivamente en la universidad nuestra fe es estirada, retada y probada.

Yo también estoy ahí. A veces nos podemos sentir diminutas en medio un mar vasto y profundo de desesperanza, cuestionamiento, dolor y pecado.

Así que, ¿cómo podemos glorificar a Dios en la universidad? ¿Cómo mantenernos firmes en nuestro caminar cristiano en este tiempo tan retador? Algunos puntos que considero son importantes de recordar cada día en esta etapa son:

Tu valor no está en el reconocimiento de este mundo

Muy seguido, puede parecer que la universidad es el centro de nuestras vidas y necesitamos desesperadamente sobresalir. Y no me malentiendas, sí es de suma importancia y estamos llamadas a la excelencia en todas las esferas de nuestras vidas. Sin embargo, es muy fácil creer la mentira de que la universidad y el reconocimiento, ya sea social, académico, extracurricular, etc. nos dan nuestro valor y por lo tanto, requieren de nuestra vida entera. Hermana, Jesús es Quien nos da todo el valor y reconocimiento que necesitamos en la cruz. El reconocimiento que obtengamos en este mundo es solamente para Su gloria y solamente por Su gracia (Colosenses 3:17). Descansa en que no necesitas ganar tu posición en este mundo porque el Señor es tu sostén, Él es soberano y te guiará hacia donde debas estar, por Su gracia.

Recuerda la verdad

En la universidad, es fácil, en medio de tantas opiniones, corrientes y puntos de vista, quitar nuestra mirada de la Verdad. Si quitamos nuestra vista de Su palabra, es muy fácil desviarnos tanto en nuestro pensamiento y como consecuencia natural, en nuestra manera de actuar. Los afanes de esta vida y filosofías vanas comienzan a distraernos. Lleva todo pensamiento y especulación a Cristo a través de Su Palabra (2a Corintios 10:5). No pongamos nuestros corazones sobre la arena movediza, sino que meditemos en la Palabra constantemente y contemplemos a Jesús. Un corazón maravillado por la belleza y la gloria del Señor, cuya esperanza está en la Roca eterna, difícilmente será sacudido (Salmo 62:2). Recuerda que nuestro Jesús es Fiel y Verdadero (Apocalipsis 19:11). En Él hay seguridad, confianza y verdad para cada momento de nuestras vidas, y la universidad no es la excepción.

No descuides lo importante

Que los afanes de tu vida no te distraigan de lo que es importante: glorificar a Dios y deleitarte en Él por siempre. Aparta tiempo de calidad para estar con tu Señor, para leer Su palabra y para orar. ¡No te olvides de disfrutar a Jesús! Recuerda que el fruto que da gloria a Dios solamente viene de permanecer en la Vid, que es Cristo (Juan 15:4). Las personas en tu universidad verán los frutos del Espíritu en tí como un resultado natural de tu relación con tu Padre. Predicarás el evangelio con amor y fervor porque recuerdas cómo este mensaje de la cruz te ha transformado a ti. Al contemplar la obra de Jesús, tu alma será recordada del perdón y libertad que hay en Cristo, lo fugaz de la vida y de que somos peregrinos sobre esta tierra.

Plántate en una iglesia local

No hay nada más refrescante que llegar un domingo después de una larga semana académica, emocional, mental y social a la iglesia para escuchar a nuestros hermanos cantar las verdades que fácilmente se nos olvidan. Es necesario para nuestras almas ser expuestas a la Palabra, a través de la predicación. Es maravilloso ser animadas, apoyadas y exhortadas por hermanos en la fe que están pasando por nuestra misma circunstancia, o tal vez ya están del otro lado. Poder rendir cuentas de nuestras luchas, compartir nuestras cargas y orar con ellos es un refrigerio para nosotras. Nada se compara con el hermoso valor de pertenecer a una familia de fe, que nos recuerda que nuestra ciudadanía no está en este mundo y caminan con nosotras hasta nuestro hogar.

Sé sal y luz

Recuerda que estás llamada a ser sal y luz en el mundo. Cuidémonos de no volvernos insípidas. Que nuestras conversaciones, acciones y actividades estén permeadas de gracia, amor y excelencia para que “vean nuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:13-16). Hay muchísima necesidad espiritual en las universidades. Corazones sin rumbo y con dolor claman por esperanza y libertad. El evangelio es la respuesta. La universidad es tu campo misionero. No nos avergoncemos del evangelio, que es poder de Dios para salvación. Prediquemos a tiempo y a destiempo, recordando que somos llamadas a hacer discípulos.

Somos llamados a ser santos como Dios es santo

“Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como Aquel que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir.” (1 Pedro 1:14-15) Este es un mandato serio. No se trata de que debemos de ser personas perfectas, o esforzarnos para ganarnos la aprobación de Dios. Si hemos puesto nuestra esperanza en Jesús, entonces somos aprobadas y aceptas en Él, no por nuestras obras. Y porque Él nos ha comprado para sí con Su sangre, Él nos llama a la santidad. No te creas demasiado firme, y no asumas que probar un poco de esto o aquello (Proverbios 6:27-28) no te hará caer. Huye del pecado, guarda tu corazón y pon enfrente tuyo la santidad de Dios y el precio que pagó por ti. Esto es por tu bien y para la gloria de Dios.

Oramos para que estos puntos sean de aliento y te recuerden que el Señor nos ha dado en Él mismo y en Su palabra, todas las herramientas que necesitamos para perseverar y darle gloria en cada etapa de nuestras vidas. La universidad es un tiempo retador, pero el Señor ha prometido acompañarnos cada día hasta que Él nos llame a casa. Él seguirá en nosotras la obra que ha comenzado, Él lo ha prometido. Disfruta esta etapa, gózate en el Señor y descansa en Su soberanía. Él te tiene en la palma de Su mano y Sus misericordias son nuevas cada mañana. Y recuerda, tu universidad es tu campo misionero. ¡Manos a la obra!

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