Una cosa es leer mucho, otra cosa muy diferente es leer bien. Si quieres leer mucho, no voy a desanimarte (aunque quizá cuestione un poco tus intenciones). Lo que sí haré es advertirte lo siguiente: no pongas la cantidad de tu lectura por encima de la calidad de tu lectura.
Ahora, por “leer bien” no me refiero a recordar cada detalle de cada uno de los libros que has leído. Muchos viven frustrados porque a los pocos días de terminar un material ya olvidaron muchos detalles del mismo. Eso, desafortunadamente, es natural. Así funciona la memoria humana. Si no repasamos lo que hemos leído, lo olvidaremos. La buena noticia es que no leemos para memorizar. Leemos para ser transformados. Leemos para encontrarnos con otras mentes y crecer a través de ese encuentro. Para caminar en los zapatos de otros y ver el mundo desde su perspectiva.
¿Cómo, entonces, podemos asegurarnos de que estamos aprovechando al máximo nuestro tiempo de lectura? ¿Cómo nos aseguramos de que estamos enfocándonos en la calidad y no en la cantidad? Aquí algunas ideas:
1. Lee la Biblia:
Conocer profundamente la verdad es la única manera de estar listo para reconocer el error. Muchos tememos que nuestras mentes sean confundidas al adentrarnos al mundo de los libros mientras que nuestras Biblias permanecen empolvadas en un rincón.
No te equivoques: no pensar (no leer, no escuchar, no aprender) no te librará de equivocarte. Dejemos de enterrar la cabeza en la arena. Sin darnos cuenta, miles de voces (incluyendo la de nuestro propio corazón pecaminoso) están moldeando nuestras ideas cada día. Evitar los libros no nos protege de la confusión. Conocer bien la verdad, sí.
2. Establece el objetivo de tu lectura:
No todos los libros se leen igual. La manera en que abordamos un material dependerá de lo que queramos lograr a través de la lectura.
¿Estás estudiando para un examen? Probablemente deberás concentrarte en organizar el material de manera lógica y entender cómo se conecta cada tema presentado, tomando un buen rato para memorizar los conceptos clave. ¿Quieres conocer un asunto de manera general? Lo que necesitas será una lectura rápida de varios libros que aborden el tema de perspectivas ligeramente diferentes. ¿Quieres comprender a profundidad la manera de pensar de cierto autor? Quizá tengas que leer el mismo libro varias veces, muy despacio, con pluma y libreta en mano para anotar lo que vas descubriendo.
Si no sabes cuál es tu objetivo de lectura, ¿cómo implementarás las estrategias adecuadas para alcanzarlo? No necesitas estudiar cada libro como si fueran a ponerte un examen, pero tampoco puedes pretender comprender conceptos profundos dando una sola lectura rápida al material. Define tu meta y diseña una estrategia apropiada para conseguirla.
3. Elimina distracciones:
Nuestro cerebro no fue diseñado para enfocarse en varias cosas a la vez. Es cierto que podemos hacer más de una cosa al mismo tiempo (como escuchar un podcast mientras lavamos los platos), pero solo porque una de las actividades —lavar los platos— no requiere nuestra atención. Es una actividad tan habitual para nosotros que la llevamos a cabo sin necesidad de pensar en ella. Los seres humanos no fuimos hechos para el multitarea.
Con esto en mente, debes ayudar a tu cerebro a concentrarse en el libro que tienes delante. Parece difícil de creer, pero el simple hecho de tener un teléfono a la vista, sin ninguna notificación, hace que nuestra efectividad disminuya. De algún modo estamos esperando que nos distraiga. Imagina lo poco que aprovecharás tus libros si cada dos minutos te estás deteniendo para revisar un mensaje o correo electrónico. Tanto como sea posible, elimina las fuentes de distracción antes de sentarte a leer. Deja de decir a ti mismo que “puedes manejarlas”; quítalas y ya.
Cuando empieces a ser radical al eliminar aquellas cosas que te hacen perder el enfoque, te darás cuenta de que la mayoría de las distracciones vienen desde adentro. La mente divaga, y cuando tenemos que concentrarnos en la lectura se nos ocurren diez mil cosas por hacer. No te atormentes. Cuando notes que tu mente se está yendo a otra parte, esfuérzate por regresar tu atención a la lectura. No importa si debes hacerlo 20 veces por minuto. No te rindas. Ejercitar tu atención es como ejercitar un músculo. Poco a poco irás mejorando, con la práctica constante. Ten a la mano un pedazo de papel para anotar ideas y pendientes que vienen a tu mente durante tu tiempo de lectura. Con eso te asegurarás de no olvidar nada importante y será más fácil regresar tu atención al libro.
4. Ten pluma en mano.
El bolígrafo será útil no solo para apuntar aquellas cosas que amenazan con distraerte. Leer con pluma en mano es bueno porque te permite hacer de tu lectura una conversación. Ya no estarás solo escuchando lo que el autor tiene que decir, sino que también estarás respondiendo. Escribe tus ideas, impresiones, e incluso tus respuestas emocionales. Usa símbolos como estrellas, signos de exclamación, flechas, círculos, y corazones. Crea tu propio sistema. Haz de esa copia del libro tu copia personal.
Leer con un bolígrafo en mano te ayudará a mantenerte activo durante la lectura, en lugar de permanecer pasivo meramente recibiendo un montón de información. Mantén tu mente involucrada cazando frases impactantes, conectando ideas clave, haciendo comentarios positivos o críticos, y demás. La experiencia de lectura debe ser una en la que estás inmerso, no simplemente observando como un expectador.
5. Haz preguntas y busca respuestas
Imagina que tuvieras el privilegio de pasar una tarde tomando café con tu autor favorito. ¿No tendrías un millón de preguntas para él o ella? Esa es la actitud que debes tener mientras lees: ¿De dónde sacaste esta idea? ¿Cómo ese tema se conecta con aquel? ¿Por qué usaste esa palabra y no esta otra? Leer no es absorber todo lo que el escritor dice, sino tener una conversación con él.
Conforme avanzas irás encontrando respuestas para algunas de tus preguntas. Quizá más adelante o más atrás en el texto, o en las notas al pie. Con todo, probablemente terminarás con varias interrogantes sin responder. Tal vez fue porque te distrajiste, o puede que el autor haya fallado en (o no haya tenido la intención de) resolverlas. Ningún libro puede proveer todas las soluciones a todas las inquietudes que surgen en nuestra cabeza. En estos casos, podrías buscar respuestas en otro material del mismo autor, o en algún recurso de otro escritor que aborde asuntos similares. Explorar diversos libros del mismo tema nos ayudará a tener una visión más completa del mismo.
Si hay conceptos que no entiendes completamente, puedes considerar consultar enciclopedias o diccionarios que iluminen tu entendimiento. Te recomiendo que no hagas esta investigación en medio de tu sesión de lectura (a menos que sea realmente imposible continuar con el argumento sin conocer cierto concepto). Es mejor apartar un tiempo específico para la investigación adicional. Durante la lectura, ten una pequeña libreta a la mano y apunta las palabras o conceptos que quieras buscar más adelante.
6. Comparte con otros
Dicen por ahí que si no puedes explicar algo de manera sencilla, en realidad no lo has entendido bien. Muchos de nosotros pensamos que tenemos las ideas muy claras mientras leemos, pero cuando intentamos articularlas nos damos cuenta de que no es así.
Intenta explicar a alguien más lo que estás aprendiendo en tu lectura. Si no tienes a nadie con quien hablar sobre libros ahora mismo, puedes empezar escribiendo un resumen de las ideas principales en tus propias palabras (y sin mirar el material). Esto será incómodo. Con frecuencia te darás cuenta de que hay cosas que no terminaste de comprender y tendrás que regresar al libro para revisarlas.
A nadie le gusta descubrir las brechas en su entendimiento. Pero es crucial detectar los elementos de un concepto que todavía no comprendes completamente. Esto te permitirá regresar, releer, hacer preguntas, y buscar respuestas clave para realmente progresar en tu entendimiento.
Lee bien, vale la pena.
Leer no es fácil. Leer bien lo es todavía menos. Pero leer bien vale la pena. Leer bien llevará tu mente a lugares que no has explorado, abrirá tus ojos a nuevas realidades, confrontará tus ideas preconcebidas acerca de las personas y del mundo en el que vives. No te rindas.
Recuerda: un verdadero lector no es aquel que nunca batalla para concentrarse o entender, sino aquel que persevera en medio de la lucha. Todos podemos convertirnos en esa clase de lector, un libro bien leído a la vez.