Sin duda tienes buenas, malas, y muy malas experiencias en torno a la amistad. Quizá en algún momento alguien te sorprendió, y en otro alguien te decepcionó. Lo interesante es que, a pesar de las malas experiencias, jamás hemos renunciando a la esperanza de una buena relación de amistad. La Biblia nos da como razón de ello el ser seres relacionales por diseño divino. Dios nos formó para relacionarnos; primeramente con Él y después con otros seres humanos. Sin embargo, debido a la caída, el pecado afectó nuestras relaciones; primeramente con Dios y después con otros seres humanos. Fuimos constituidos enemigos de Dios, y siendo Él la fuente de todo lo bueno, nuestra división vertical conllevó a un interminable historial de orgullo, envidia, y traición en nuestras relaciones horizontales.
La mala noticia es que la armonía relacional para la que fuimos creados fue destruida en la caída, sin embargo, la buena noticia es que fue restaurada en el calvario. Gracias a la obra y persona de Cristo Jesús podemos ser constituidos amigos de Dios, y así mismo, buenos amigos de los demás. Esto quiere decir que, aunque las relaciones amistosas sean algo común dentro de la experiencia humana, sólo Dios es quien habilita en nosotros amistades como Él las diseñó. Esto implica que los cristianos deberíamos de ser los mejores amigos para los que nos rodean.
Pero, seamos honestas. Estoy segura que algunas decepciones o malas experiencias de amistad han sido dentro del pueblo de Dios. Y aunque es bueno recordar que no porque alguien asista regularmente al servicio dominical quiere decir que es cristiano, es verdad que aún los creyentes podemos ser malos amigos.
Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto. (Romanos 12:1-2, NBLA)
Romanos 12:1-2 implica que los creyentes podemos adaptarnos a este mundo si no renovamos nuestra mente por la Palabra de Dios. Esto me lleva a cuestionarme qué tanto del mundo habita en mí. ¿Qué tanto de nuestra forma de ser amigas es adaptado a este siglo y necesita ser renovado?
A pesar de ser diseñados como seres relacionales, el mundo se vuelve cada vez más individualista. Cada vez tenemos menos tiempo e interés en formar amistades. Aunque estamos constantemente en distintas relaciones, no se llevan a cabo de una manera que glorifique a Dios, mas bien se trata a las personas como objetos para fines individualistas. Como bien describe Paul Tripp, pecaminosamente tratamos a los demás como “obstáculos” y “vehículos”. Como obstáculos cuando en vez de ver a una persona digna de respeto y aprecio, vemos un impedimento en nuestro camino para llegar a donde queremos llegar, por lo que sencillamente nos deshacemos de ella. Y como vehículos cuando usamos a las personas para llegar a donde queremos llegar, y habiéndonos aprovechado de ellas terminamos desechándolas en cuanto ya no nos sirva más. Hermanas, esto no debe de ser así entre nosotros.
El mundo enseña a tratar a las personas conforme a nuestra propia agenda y beneficio, y si no renovamos nuestra mente acudiendo diariamente a la Palabra de Dios, es muy probable que estemos amoldados a la falsa amistad que el mundo ofrece.
Veamos algunos versículos que nos enseñan lo que es ser un buen amigo. Quisiera remarcar que este artículo no tiene como propósito cubrir todo lo que la Palabra enseña sobre la amistad, pero si tan sólo Dios lo usa para llevarnos a meditar sobre cómo estamos llevando nuestras relaciones amistosas y nos impulsa a buscar en la Palabra el diseño de Dios para la amistad, estaré satisfecha.
En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. (Proverbios 17:17)
La falsa amistad del mundo es una amistad con condiciones. Ella ama en la comodidad. Sin embargo, la Palabra nos enseña que el amigo piadoso ama en todo tiempo, sobre todo en la adversidad. Me es muy interesante que la Palabra da un paso más y dice que el hermano nació para ayudar en la adversidad. Esto quiere decir que como creyentes debemos de saber ser amigos en los tiempos buenos, pero sobre todo, en los tiempos malos, ya que para eso existe el hermano. Es fácil ser amigo entre risas y celebraciones, pero un hermano nace entre lágrimas y clamores.
Qué regalo es un amigo que llora contigo, que cuando no tienes nada que ofrecer, permanece a tu lado buscando tu bien. Seamos esas amigas.
Muchos hombres proclaman su propia lealtad, Pero un hombre digno de confianza, ¿quién lo hallará? (Proverbios 20:6)
Estudiando este versículo encontré que en una versión usaron la palabra “publican” en vez de “proclaman”, y esto inevitablemente me hizo pensar en las redes sociales. Las redes están saturadas de publicaciones en torno a la amistad. Subimos historias en los cumpleaños de nuestros amigos, o simplemente dedicamos palabras bonitas a ellos en nuestras publicaciones. Sin embargo, me he encontrado muchas veces con la hipocresía de las redes aún entre cristianos. Publicamos nuestra lealtad en Instagram pero publicamos nuestra deslealtad en nuestras conversaciones a sus espaldas.
Irónicamente proclamamos nuestra lealtad a otros para nuestra agenda individualista. Esto esta lejos de lo que es una amistad bíblica. Hermanas, la deslealtad e hipocresía deshonran al Señor. Jesús dio fuertes reprensiones por la hipocresía entre aquellos estudiosos de la Palabra. El verdadero discípulo no sólo conoce las Escrituras sino que con la ayuda de Dios busca vivirla.
El mismo versículo alude a lo difícil que es encontrar a alguien digno de confianza. Alguien cuyo “sí” sea sí y cuyo “no” sea no. Alguien que pone en el altar su ambición personal por el bien de su amigo, e incluso, alguien que está dispuesto a herir a su amigo con la verdad para su sanidad. Estamos llamadas a ser esa clase de amigas.
El que cubre la falta busca amistad; mas el que la divulga, aparta al amigo. (Proverbios 17:9)
Un amigo piadoso cubre la falta. Esto no quiere decir que se hará de la vista gorda a las faltas de su amigo, todo lo contrario. Las verá, las atenderá en gracia para ayudarle en su santificación, y finalmente las cubrirá. Él no usará las faltas pasadas para manipular a su amigo, ni tampoco las divulgara a otros. Un buen amigo llevará las faltas de otros a su lugar de oración para presentárselas a Dios y pedir por Su asistencia a ellos.
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Juan 15:13)
Jesús nos enseñó que toda la ley se puede resumir en dos mandamientos; amar a Dios con todo nuestro ser, y amar a los demás como a nosotros mismos. Si practicáramos el amor en cada una de nuestras relaciones, tendríamos relaciones armoniosas, deleitosas y piadosas. En otras palabras, si amamos seremos buenas amigas. El problema quizá es que nos amamos tanto que no dejamos espacio para amar a los demás. Estamos tan intoxicados con el amor propio, con nuestros propios intereses y bienes, que pisoteamos a los demás.
¿Cuál será la cura a nuestra falta de amor? ¿Cómo desintoxicarnos de nuestra ambición personal? La cura se encuentra en un viejo madero. El antídoto está en considerar a Aquél que con toda razón y justicia pudo pisotearnos, pero decidió dar su vida por nosotros. Cuando recibimos tal amor somos capacitados para andar en esa misma clase de amor.
Jesús es el amigo por excelencia. Él es el único que es completo en sí mismo, sólo Él pudiera ser individualista pero aún así nos creó para relacionarse con nosotros por amor. Nos rebelamos a Él y, en vez de renunciar a nosotros, Él se encarnó por compasión para salvarnos y sufrió para nuestro beneficio. También es el más digno de confianza, la Palabra nos dice que todos los que confíen en Él jamás serán avergonzados. Cargó nuestra maldad, y cubre nuestras faltas y pecados arrojándolos al fondo del mar. Y finalmente, es quien mostró el mayor amor al dar su vida, no por sus amigos, sino por sus enemigos para ser constituidos amigos de Dios.
Hermanas, demos de la gracia que hemos recibido, seamos amigas que despliegen un poco de la gloria de la amistad que Dios nos ha mostrado en Cristo.
El mundo necesita que los creyentes sepamos ser amigos. No pienses que, por la simple razón de estar rodeada por muchas personas, significa que estas llevando tus relaciones amistosas de una manera que ponga en alto el nombre de Dios. En esta era digital busca a tus amigos en la realidad. No creas la mentira de que podemos solos, hermanas, nos necesitamos. Disfruta de la bendición de caminar con ellos día a día. Agradece a Dios por quienes te rodean, busca servirles como Jesús nos sirvió, no para obtener algo a cambio sino por amor. Sé una amiga que guía a sus amigos a Dios, que ora con ellos, que aconseja conforme a la Palabra, que ríe y llora junto con ellos, y que busca el bien de ellos aún antes que el bien propio.
Por último, reconoce que por más que lo deseemos no seremos amigas perfectas, pero podemos juntos apuntarnos a Quien sí lo es, y buscar Su ayuda para amarnos cada vez mejor.
Meditemos en cómo llevamos a cabo nuestras relaciones. La Palabra tiene toda la sabiduría para aprender a ser amigas que glorifiquen a Dios, por eso renovemos nuestra mente diariamente en la Palabra de Dios y pidámosle ayuda al Espíritu Santo para ser amigas piadosas en un mundo individualista. Dios puede usar nuestro amor y amistad como testimonio a un mundo individualista de nuestro Dios benevolente que se complace en reunir una familia en amor fraternal.