Soy madre de cuatro. Dos por el milagro de la biología y dos por el milagro de la adopción. Mis dos pequeñas vinieron no tan pequeñas. De 6 y medio y 9 y medio y soy de las que quiero ver la cultura de adopción tomar vuelo en mi país, y normalizada entre los cristianos.
Pero.
Hay algo que no estamos comunicando bien. Veo publicaciones en Facebook donde se anuncian “mitos y realidades” de adoptar a niños mayores de 5 años, y el asunto es que al final, apelan al ego del adulto que está considerando la adopción.
Se anuncia la adopción como algo que no exigirá todo lo que el adulto teme. Se publicita a los niños como personitas encantadoras que solo traerán felicidad a nuestras vidas. Y esa no es toda la historia.
Sinceramente no culpo a nadie en particular, simplemente es una continuación de la cultura actual, la cual dice que si algo es feo, doloroso, indeseable o incómodo, se debe evitar a toda costa.
Los anuncios hablan al hombre natural, es decir, al que aún no tiene un corazón nuevo. Al que quiere sopas instantáneas y liposucciones y ensalada en bolsa. Que huye del trabajo duro y de morir a sí mismo. Al que anda buscando saciarse antes que saciar, que busca comodidad antes de incomodarse por el bien y la seguridad de otro. Las publicaciones hablan al lado egoísta del hombre. Porque anuncian las ventajas que ofrece esta relación, pero el verdadero amor no es así. El verdadero amor no anda vitrineando para ver qué es lo más cómodo o conveniente para mí. Porque el verdadero amor no está buscando usar un producto para beneficio propio. Busca el beneficio del otro aún a un costo personal altísimo. El verdadero amor no usa, más bien se gasta para servir.
No se puede enganchar a la gente con el anzuelo del ego y esperar que emprenda un camino que demanda amor sacrificial. No se puede empezar así y esperar que termine bien.
Si lo quieren ver así, la “mala noticia” es que los anuncios son demasiado simplistas, sentimentales y superficiales y los niños sí nos van a retar, a mentir, a orinar la cama y hasta a rechazar… pero la excelente noticia, es que los niños son resilientes, son esponjitas, tienen necesidades que pueden ser cubiertas adecuadamente si aprendemos cómo. Y hay herramientas.
La maravilla de la adopción no es que injertamos un niño perfecto o no-problemático a nuestra familia… la maravilla es que el amor determinado y sacrificial, la corrección y la incondicionalidad, lo transforman eventualmente… como el Evangelio… Cristo nos amó cuando estábamos muertos en delitos y pecados, no después, porque nadie cambia a menos que se le ame así, antes de merecerlo. Y es allí precisamente cuando necesitamos el amor.
No todo el mundo debe adoptar. Eso lo he dicho antes. Pero si están considerando la idea, por favor no se decidan por leer argumentos estirados o levemente ciertos y construyendo expectativas falsas de lo que será la relación. Si piensan adoptar porque el niño es lindo y bien portado, piensenlo dos veces. Ustedes no andan buscando ser padres, sino hacer una transacción donde dan sólo si reciben y eso no es amor.
Buscar beneficio propio no es amor, es transacción.