Hace 503 años, en medio de una era de oscurantismo, se encendió la Reforma protestante. Para comprender lo oscuro de este tiempo debemos saber que solamente los sacerdotes tenían acceso a la Biblia, y si acaso la leían, lo hacían de manera alegórica lo cual les llevó a errores doctrinales sumamente graves. Debido a la analfabetización bíblica de ese tiempo, el pueblo confiaba en lo que los líderes religiosos les instruyeran, pero tristemente ellos los oprimían con sus enseñanzas, demandas, y prácticas.
Fue en medio de toda esta oscuridad que Martín Lutero – un alemán de bajos recursos – ingresó al monasterio en búsqueda de paz espiritual, pues vivía atormentado severamente con el pensamiento de Cristo como el juez terrible. Fue ahí que comenzó a leer y estudiar las Escrituras, y un día leyendo en Romanos 1:17; “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”, la luz se encendió para él. Lutero comenzó a comprender que la justicia de la que Pablo habla se recibe solamente por gracia y mediante la fe en Jesucristo.
Lutero había sufrido del tormento por su pecado e insuficiencia. La carga era insoportable, hasta que se encontró con el Dios de gracia y Su evangelio en Su Palabra. Este despertar le hizo darse cuenta de todas las falsas enseñanzas que los líderes religiosos estaban enseñando y de las motivaciones ambiciosas detrás de la práctica de las indulgencias. Por la gracia de Dios, Lutero vio con claridad la desviación de la Palabra de Dios, por lo que fue rechazando la autoridad del Papa y de los concilios, y comenzó a basarse solamente en las Escrituras.
La convicción de Lutero impulsó sus protestas contra la Iglesia Católica Romana, clavando sus famosas 95 tesis en la puerta de la Iglesia de Wittemberg un 31 de Octubre de 1517. Sin embargo, los líderes no se arrepintieron de sus falsas enseñanzas y, endurecidos por el pecado, le dieron a este defensor de la verdad, la pena de muerte por “hereje”. Sin embargo nada fue en vano pues Dios usó a este fiel siervo para encender la chispa de la Reforma.
Martín Lutero despertó a la realidad de la Palabra de Dios y usó la imprenta para reproducir la Biblia en masa, y así el pueblo comenzó a aprender la verdadera doctrina de la Biblia para entonces practicar la sana doctrina y abandonar las herejías de la iglesia de Roma.
Después los reformadores formularon las 5 Solas, que es el resumen de la teología reformada. La primera de estas “solas” es: Sólo Escritura. Es decir, solamente la palabra de Dios es la última autoridad en materia de fe y práctica (Gálatas 1:6-10; 2 Timoteo 3:16). Al tener este fundamento, los reformadores después establecieron las siguientes 4 Solas: Sola gracia (la salvación es un regalo de Dios, por lo que es algo que se recibe inmerecidamente gracias a la obra de Cristo, Efesios 2:8), Sola fe (La salvación se recibe solamente mediante la confianza en la persona y la obra de Jesucristo, no mediante nuestras obras, Romanos 3:28; Efesios 2:8-9), Sólo Cristo (La salvación solo se encuentra en Cristo, no hay otro mediador, no hay otro camino al Padre, Hechos 4:12) y Sólo a Dios la gloria (Conociendo las 4 Solas anteriores la única respuesta racional es que sólo Dios reciba la gloria, el propósito de nuestra salvación es glorificar a Dios y solamente a Él, Efesios 1:4-6).
Este fue un resumen muy breve, te invito a que leas más sobre la historia y teología de la Reforma protestante, y de la vida de Martín Lutero, pues hay detalles fascinantes.
Ahora veamos por qué celebramos la Reforma. ¿Por qué es relevante este evento que sucedió hace más de 500 años? ¿Por qué si quiera mencionar a Lutero y los reformadores?
Para contestar estas preguntas primero debemos comprender que, como bien lo dice su nombre, todo este evento no fue más que una reforma. En otras palabras, una corrección para volver a la doctrina de la verdadera iglesia cristiana del siglo I. Por lo tanto, a diferencia de lo que muchos creen, este no es el nacimiento de la iglesia evangélica o protestante ya que esta nació el día de Pentecostés en el siglo I. Este fue un retorno a la centralidad de la Palabra de Dios.
Aunque honramos la vida de los reformadores y cómo Dios los usó ¡Este evento no se trata de ellos, va mucho más allá! Ellos fueron tan sólo el instrumento que apuntaron al verdadero Instrumento reformador; la Palabra de Dios. Y cuando la Palabra regresa al centro de la Iglesia, el hombre se quita del trono y Dios es entronado.
¡Esto se trata de Dios tomando el lugar que le corresponde; el lugar de prominencia en Su iglesia!
J. I. Packer explica como la Palabra de Dios es el cetro por el cual Cristo gobierna a Su iglesia. Entonces podemos decir que si nos desviamos de las Escrituras realmente nos estamos rebelando del reinado de Dios y robándole la gloria que sólo a Él pertenece.
La Palabra De Dios es veraz e infalible, en ella Dios revela Su carácter, Su voluntad y Su plan redentor al hombre. Es una aberración gravísima adulterar la Palabra de Dios, al hacerlo se le roba gloria a Dios y a demás se desvía el pueblo. ¡Es por eso que celebramos la Reforma! Celebramos la gracia de Dios que iluminó con las Escrituras a hombres falibles. Celebramos la fidelidad de Dios que levantó a Su iglesia como columna y baluarte de la verdad. Celebramos el poder de Dios que capacitó con fe, denuedo y valentía a hombres débiles para defender y proclamar la verdad del evangelio. Y celebramos en esperanza que, así como Dios ha preservado un remanente que defiende el verdadero evangelio, Él lo seguirá haciendo hasta que Cristo regrese.
Estoy tan agradecida con Dios por este evento, pero celebramos la Reforma no solamente como un evento que sucedió en el pasado, sino como uno que continúa. La Reforma no ha terminado. Esta lucha que inició en el siglo XVI es una que debemos continuar, pues hasta que Cristo regrese seguimos luchando contra corrientes y doctrinas que buscan desviar a la Iglesia de la Palabra de Dios. Las doctrinas que los reformadores atacaron en ese tiempo siguen teniendo relevancia para nosotros hoy, pues estas falsas doctrinas siguen entre nosotros. Es por eso que es sumamente hermosa la frase que los reformadores tenían como lema: “ecclesia reformata, semper reformanda” es decir,”Iglesia reformada, siempre siendo reformada”, aclarando que la Iglesia siempre debe estar siendo reformada por la Palabra de Dios.
Doy gloria a Dios porque veo como Él sigue guiándonos a toda verdad. ¡Dios continúa reformando a Su Iglesia! Lo ha hecho en mi propia vida y en la de mi esposo, y veo que lo sigue haciendo a mi alrededor. Hemos tenido pláticas con muchas personas que nos cuentan el hambre que han tenido por la Palabra y cómo mediante ella han descubierto falsas enseñanzas que ellos abrazaban como la verdad, respondiendo en arrepentimiento. Constantemente platicamos mi esposo y yo sobre esto, y verdaderamente creemos que estamos en medio de un avivamiento. ¡Gloria a Dios!
Amados, mi oración es que volvamos a las Escrituras. Únete en oración conmigo por que Dios continúe levantando hombres piadosos y temerosos de Él para pastorear a la Iglesia de Cristo conforme a Su voluntad revelada en Su Palabra. Que Dios levante hombres y mujeres que levanten su voz para dar a conocer la verdad sin importar el costo y para que el evangelio bíblico sea proclamado y Latinoamérica sea transformada para la gloria de Dios.