“Dios no tiene nietos”, ya sé que lo has oído un millón de veces. “La relación con Dios es personal” y un montón de cosas más al respecto… pero no voy a hablarte de eso.
¿Alguna vez te has preguntado si hay algo más? ¿Algo más que ir a la iglesia cada Domingo, ir a reuniones de mujeres, servir en tu iglesia local e incluso ser un buen cristiano? Si, hay mucho más, tristemente muchos lo descubrimos mucho después. Hay mucho más que lo que vemos, hay mucho más de lo que imaginamos. Como humanos nos dejamos llevar por todo lo que nos rodea y escuchamos, pero en este momento hay algo mucho más real de lo que como humanos podemos percibir, y tenemos real acceso a ello. Tristemente muchos lo descubrimos mucho después.
Si examinamos nuestro corazón podremos ver que todas buscamos amor, aceptación, éxito e identidad. ¡Así es, al igual que los que están afuera! Ellos lo buscan en cosas que nosotros catalogamos como pecaminosas, pero, ¿Te has dado cuenta que buscamos lo mismo en otras cosas como éxito ministerial, moralidad, relaciones, etc.?
Escúchame. Aunque más escondido, esto es igual de hueco y pecaminoso. Todo lo que el hombre necesita está en Cristo y sólo en Él. Podemos estar dentro de la iglesia y estar igual de perdidos que los de fuera, porque buscamos todo en los lugares incorrectos y no venimos a Él.
Así viví yo, y me di cuenta de esto con una simple verdad que escuché y cambió mi vida: “El evangelio no es sólo el mensaje para los nuevos” ¡Que desorientada viví por años! Escuché el evangelio desde chica y creí que lo dominaba, sin embargo para mi no era más que una clase de “nivel 1” que dejé al ir creciendo. Ahora entiendo que el evangelio tiene una profundidad que nunca acaba, no es “la leche espiritual” no es el “nivel uno” es la razón de todo, es lo que nos sostiene, y es lo que día a día despierta en nosotros asombro y nos revela más al Padre.
Amigas nacidas en “cuna cristiana” es muy fácil para nosotras caer en la tragedia de no experimentar el poder y la hermosura del evangelio por engañarnos a nosotras mismas. Vivimos sin la comprensión del amor del Padre para con nosotras porque no sabemos lo necesitadas de perdón que somos delante de Él. Ante los ojos del mundo, y hasta de la iglesia, podríamos parecer tan piadosas. Incluso podrías ser catalogada como un miembro ejemplar de tu iglesia, de esos que nunca tuvieron un momento de rebeldía y permanecieron siempre fieles en el ministerio. Si eres uno de ellos como yo lo fui, puede ser que pienses que no necesitas de tanto perdón como otros.
Amiga, la Biblia habla de uno como nosotras. Quizá conoces la historia, comienza con Simón el fariseo invitando a Jesús a su casa a cenar. Cuando de repente llega una mujer de muy mala reputación y hace un acto de adoración impresionante. El fariseo la juzga por sus pecados escandalosos, más Jesus al conocer lo que él pensaba en esos momentos, le dice lo siguiente:
“Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.” Lucas 7: 41-47
Por años fui Simón, aun a veces pensaba en mi mente respecto a ese pasaje: “No es justo, alguien con un pasado más escandaloso y oscuro puede experimentar más el amar a Dios por sus “muchos pecados” perdonados, y los que vivimos moralmente bien y no se nos tiene que perdonar “tanto” tenemos menos capacidad de amarle.” ¡Error! El problema no era que Simón había pecado menos que la mujer, el problema es que Simón no conocía lo pecador, deudor e incapaz que era, por lo que no podía adorarle de manera extravagante.
Aparentemente fuera “mucha” o “poca” la deuda, ambos eran absurdamente incapaces de saldarla. La verdad es que no podremos entender el amor del Padre, ni responder a él, sin antes entender lo necesitados de perdón y lo malvados que somos en nuestros corazones. En el exterior podemos ser moralmente excelentes, pero Dios no juzga en base a eso. Dios ve las profundidades, los pensamientos, deseos y motivaciones de nuestro corazón.
Mi invitación a ti mi amiga es que examines tu vida y ¡Profundiza en el evangelio! Hay tanta riqueza, respuestas y vida en él. Profundiza en la santidad de Dios que nos descalifica a todos, profundiza en el gran amor que el Padre derramó por pecadores incompetentes, y pídele que te muestre tu condición de pecador para poder recibir este amor. En serio, pídeselo, porque ni siquiera tenemos la capacidad de verlo por nosotros mismos.
Amiga yo fui como tú, y por más que busqué (aún dentro de la iglesia) llegué a la conclusión de que no podremos encontrar amor, identidad, esperanza, protección y gozo en ningún otra cosa más que en el vivo y ferviente amor del Padre revelado en su evangelio, no hay nada mejor que esto.
Wow. Gracias por compartir esto .
Cuanta verdad!!!
¡Uffa!, wow esta y llega juntamente en el momento indicado, pues vengo de “cuna cristiana” y sucede que muchas veces siento que los antros, es algo de lo que me estoy perdiendo cuando en realidad lo que me estoy perdiendo es conocer más aún la persona de Jesús entender que aunque me fuera de casa no sólo externamente sino en mi corazón al final quedaría en mi un tamaño vacío, tamaño Jesús, increíble!
De bendición a mi vida, muchas gracias por compartir!