Hace un tiempo atrás me encontraba en un centro de rehabilitación sin la más mínima idea de que en ese lugar Cristo me encontraría. Conocí a Jesús a través de mi iglesia local que fue a predicar el evangelio mientras que yo estaba internada.
Antes de estar en ese lugar, no tenia ni el más mínimo interés de buscar a Dios, sino todo lo contrario. Vivía una vida completamente ajena y opuesta a lo que Dios quiere para nosotros, pero gracias a Dios por su gracia y misericordia se me fue presentada la hermosa obra de Cristo, y a través de ella, soy una nueva creatura en Él y una Hija del Padre.
La realidad es que el testimonio de los miembros de mi iglesia me impactó, pero fue el Espíritu Santo haciendo su obra mediante la predicación del evangelio lo que me salvó.
Quizás has escuchado la frase “se la Biblia para los que no la leen” tantas veces como yo. La frase pareciera ser buena; nos incita a ser buenas personas, tener un buen carácter, vivir de una manera que nuestra vida sea intachable y que reflejemos la luz de Cristo a través de ella. Pero aunque esto es bueno, al mismo tiempo es incompleto.
Nuestro testimonio nunca salvará a alguien, solamente el evangelio es el poder de Dios para salvación. No debe ser separado uno del otro. Un testimonio sin Cristo, es narcicismo, mientras que un mal testimonio con Cristo, es incongruente.
Nuestro testimonio debe de adornar el evangelio, pero nunca reemplazarlo.
Ahora que comprendemos la necesidad de usar nuestro testimonio como una herramienta que apunta al evangelio, también hay algo importante que recalcar:
Nuestro testimonio no se trata de nosotros.
En ocasiones contamos nuestro testimonio al estilo de Disney. Comenzamos diciendo que éramos como doncellas en peligro, hasta que Cristo llega como el héroe, nuestras vidas dan un giro de 180 grados, y felices por siempre. Aunque esto parezca piadoso, la realidad es que nosotros no somos las doncellas victimizadas, sino que nuestro papel en la historia era la de enemigas de Dios, viviendo en pecado, sumergidas en tinieblas, sin interés en buscar la luz y sin la capacidad para dejar de pecar. Más Dios por su amor inagotable, nos otorgó redención a través de Cristo, y esto solamente fue por gracia, no merecíamos su perdón. Sin embargo, a Él le plació para que pudiéramos tener una relación, y depositó a su Espíritu Santo en nosotros para capacitarnos para vivir una vida para Cristo.
Por último, les quiero recordar que no tenemos que tener un testimonio escandaloso para poder resaltar la belleza del sacrificio de Cristo. Si pudiéramos ver cuánto se nos ha sido perdonado a todos los que hemos depositado nuestra fe en Jesús, entenderíamos que lo escandaloso fue su perdón. Por lo que si tú creciste dentro de la iglesia, y fue ahí que se te fue revelada la necesidad de un Salvador, llevándote así a un arrepentimiento genuino, tu testimonio igualmente glorifica a Cristo.
Nuestra historia trata del único héroe; Jesucristo.
Mi oración es que no seas desalentado de hablar de lo que Cristo hizo en tu vida, sino al contrario, que seas impulsado a vivir una vida en donde tu testimonio sea un hermoso adorno a la predicación del evangelio de Jesucristo, pues éste mensaje es el único que salva.
“y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo.” – 1 Juan 5:11 LBLA